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Oración Familiar y Personal Martes 5 de mayo

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IV Semana de Pascua (entrega 47)

Martes 5 de mayo de 2020

 

 

  1. + Señal de la cruz.

 

  1. Ven, Espíritu Creador. Aleja de nosotros al enemigo,

danos pronto la paz, sé nuestro director y nuestro guía,

para que evitemos todo mal.

Por ti conozcamos al Padre, al Hijo revélanos también;

Creamos en ti, su Espíritu, por los siglos de los siglos

 

 

  1. En presencia de Dios, pedimos perdón:
  • Tú que eres nuestro Buen Pastor resucitado: Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
  • Tú que nos das la Vida en abundancia: Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
  • Tú que nos congregas en un solo rebaño: Señor, ten piedad.

Señor, ten piedad

 

  1. Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san Juan 10,22-30

 

Catequesis para mayores de 12 años

Este capítulo sigue recorriendo la teología del Buen Pastor, que da su vida por nosotros. Es Cristo, la vida nueva, el Pan de Vida, quien nos trae la Vida eterna.

Muchas veces, tenemos prejuicios sobre las personas, buscamos algún dato de su vida para descalificarlo: su origen, sus estudios, si identidad sexual o su edad, su pasado. Esto le sucedió a Jesús porque no querían creer en Él. “Ya se los dije, pero ustedes no me quieren creer.” Y alega a su favor “Las obras que hago en nombre de mi Padre, dan testimonio de mi.” Si bien, por las “obras” podemos entender los maravillosos milagros, lo cual es cierto, también entendemos que son las obras que Jesús hace en nosotros mismos, en la medida en que se lo permitamos. Algunos fueron curados por su obrar, pero una vez sanados se alejaron de Él.

El Señor nos pregunta ¿hasta dónde me estás dejando obrar en mi vida? Si dejamos que el Señor obre profundamente en mi vida, entonces lo podríamos conocer realmente. Necesitamos abrir el alma para que Dios haga su obra. Si permitimos que realice en mi la obra del Padre, entonces podré ser Uno con Cristo, y en Él con el Padre por obra del Espíritu Santo.

Este buen Pastor da testimonio por medio de las obras que hace Nombre del Padre. Lo podemos relacionar con esas palabras de Jesús a Nicodemo que hemos escuchado hace unos días: Nadie viene a mí si el Padre no lo atrae.

Cristo y el Padre son Uno, porque nada hace Cristo que no sea en nombre del Padre y nada ha querido hacer el Padre si no es a través de su Hijo Jesucristo. Son las obras de Cristo, pero también es la invitación del Padre para que vayamos hacia su Hijo, para que lo veamos, para que creamos en Él y para que tengamos Vida eterna.

Porque así concluye el Evangelio de hoy diciendo: El Padre y Yo somos una solo cosa. Palabras semejantes que encontramos en el capítulo de 17 de Juan. Observa el Concilio Vaticano II: “El Señor Jesús, cuando ruega al Padre que ‘todos sean uno, como nosotros también somos uno’, abriendo perspectivas cerradas a la razón humana, sugiere una cierta semejanza entre la unión de las personas divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad. Esta semejanza demuestra que el hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás.” Es decir, para ser Uno con Dios, tenemos que hacer las obras del Padre para el bien de los demás, vivir en relación con Dios y desde Él, vivir en relación con otros. En definitiva, desde la relación de las Personas divinas, nosotros nos relacionamos con Dios y nos permite relacionarnos desde el amor y la entrega a los demás.

¿Estoy unido mi Pastor, como Él está unido al Padre? ¿Estoy realizando las obras del Señor o son mis propias obras? ¿Las obras que hago, me relacionan o me apartan de mi familia y conocidos?

Santos del día:

San Ángel, mártir. Fue uno de los primeros miembros de la Orden del Carmelo. Sus padres fueron judíos convertidos al cristianismo gracias a una aparición de la Santísima Virgen. Desde la infancia mostró extraordinarios dones para lo espiritual y lo intelectual. A los 15 años hablaba ya el griego, el latín y el hebreo. Durante cinco años vivió como ermitaño en el Monte Carmelo. En Sicilia, convirtió a muchos con su predicación y milagros y en Palermo convirtió a más de 200 judíos. Cuando se encontraba predicando a una multitud, en Locata, fue acuchillado por una banda de malhechores. Herido de muerte, cayó de rodillas y oró por todo el pueblo y en particular por los que lo habían herido.

San Nunzio Sulprizio, joven obrero de Nápoles. Nuncio nació en Abruzzo y a los seis años ya era huérfano de padre y madre. Confiado a su querida abuela materna, con ella aprendió a ir a misa y a conocer a Jesús, madurando dentro de sí un fuerte deseo de hacerse cada vez más semejante a él. A los nueve años, su abuela murió y el tío que debería haberlo protegido, en cambio lo forzó a trabajar en su herrería, muy poco apta para un niño de esa edad. Fue allí donde la vida de Nuncio comenzó a seguir y a imitar el doloroso camino de Jesús hacia la cruz.

Tuvo que llevar cargas pesadas, recorrer a pie largas distancias con sol, lluvia, viento o nieve, pero sobre todo con la misma ropa en cada estación. Nuncio, sin embargo, no se quejaba: pensaba en Jesús y comenzaba a ofrecer sus fatigas para colaborar en la redención de los pecados del mundo y, como se decía entonces, “ganar el paraíso”. Un día, sin embargo, una herida en su pie se gangrenó. Nuncio, entonces, encontró una fuente de agua para curarse, -hoy considerado un manantial milagroso- donde pasaba mucho tiempo meditando los misterios del Rosario.

Nuncio se muestra fuerte, hasta el final. Sufre fiebres muy altas que afronta rezando y ofreciendo su sufrimiento por las conversiones y por la Iglesia. Muere a los 19 años, un 5 de mayo de 1836. Alrededor de su cuerpo, consumado por las llagas, se difunde un intenso perfume de rosas. Fue canonizado por la curación milagrosa de un joven en estado vegetativo.

Oración: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”

 

Catequesis para menores de 12 años

  • Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
  • Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
  • Reflexionamos las palabras: “Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas.”
  • En silencio meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.

Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.

 

  1. Cada uno de la familia dice una acción de gracias. Dios Padre, te damos gracias por

.

  1. Ahora, cada uno hace una petición. Dios misericordioso, te pedimos por

.

  1. Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en la cocina o con la limpieza, estudiar, no molestar, rezar alguna oración, llamara a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, servir a un hermano o cónyuge, etc..

 

  1. Oramos como Jesús nos enseñó: Padre nuestro…

 

  1. Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.

 

  1. Oramos a nuestra Madre: Dios te salve María…

 

  1. Comunión espiritual: Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio). Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.

 

  1. Oremos: Dios todopoderoso, concédenos que al celebrar el misterio de la resurrección del Señor merezcamos recibir la alegría de nuestra redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

 

Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.

 

  1. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente. Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.

 

Sugerencias:

  1. Rezar el Rosario y el Reigna Caeli en este mes de mayo.
  2. Investigar más sobre el milagro del joven San Nunzio.
  3. Hacer la novena de la Virgen de Fátima.

https://www.youtube.com/watch?v=_-GKyhQM_XQ&feature=youtu.be 

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