Este 21 de agosto, se recuerdan 53 años del golpe militar del Gral. Hugo Banzer, quien gobernó Bolivia mediante una férrea dictadura de siete años (1971-1978). Más adelante, Banzer ganaría dos elecciones, cediendo la victoria a otro candidato en una ocasión y asumiendo la presidencia en otra (1997-2001).
Banzer, católico, fue un militar de carrera con una limpia y larga trayectoria sirviendo en las filas del Ejército. Su profesionalismo fue tal, que poco después de la nefasta Revolución del 52, rechazó sumarse al partido del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), que obligaba a los militares a unirse a sus filas.
El peligro que acechaba a Bolivia en 1970 derivó de una tímida izquierda representada por el Gral. Alfredo Ovando hasta continuar con la débil pero oportuna figura del Gral. Juan José Torres, manejable por los comunistas. El presidente Torres, queriéndolo o no, propició el ambiente para hacer posible por primera vez la sovietización del Estado boliviano, mediante la «Asamblea del Pueblo» que se estaba gestando en 1971.
Luego del fracaso de algunos levantamientos militares desde comienzos de la gestión de Torres, se logró la gesta del 19 de agosto, que derivó días después con el nombramiento del Gral. Hugo Banzer como presidente de la república. El levantamiento tuvo éxito en parte gracias al apoyo civil a los militares, mediante el Frente Patriótico Nacionalista, alianza temporal entre el MNR y la Falange Socialista Boliviana, partidos que hicieron a un lado sus diferencias para consolidar la sublevación.
Banzer, uno de los únicos tres presidentes cruceños que tuvo Bolivia (junto con José Miguel de Velasco y Germán Busch, los tres dictadores y militares), logró avances técnicos de alto valor para el país, sobre todo en cuanto a industria se refiere. Su lema, «orden, paz y trabajo» llegó a ejecutarse en la práctica, si bien no en toda su plenitud, por lo menos en gran escala y con resultados palpables. Consolidó a La Paz y Santa Cruz como urbes céntricas y columna vertebral del país, además de fortalecer toda una red caminera que vinculó a zonas periféricas con zonas centrales de la población.
La narrativa hegemónica de la historiografía boliviana suele atribuir a Banzer el rol de un gobernante brutal sin ningún rasgo digno de rescatar. Esa misma narrativa olvida convenientemente que Banzer favoreció el tan amado «retorno a la democracia» que suelen exaltar los medios de comunicación e «historiadores» posmodernos.
Los propagandistas democráticos bolivianos, tan amantes del «diálogo» y «acuerdo entre diferentes», parecen despreciar al hombre que propició todo aquello. La locura de la rabieta comunista ha llegado al punto que el ex vicepresidente Álvaro García Linera, terrorista en los años noventa, ordenó demoler la casa del Gral. Banzer en Santa Cruz de la Sierra en 2017.
Dejamos a Dios el juicio último sobre si el Gral. Banzer obró de buena fe o no, con ingenuidad o no, al favorecer al régimen democrático permitiendo cierto marco de acción a sus enemigos. Lo que parecen señalar los indicios es que Banzer trató de poner en primer lugar el bienestar de su patria. Tal vez pudo haber sido más duro con el zurdaje, pero las circunstancias condicionan muchas de las decisiones políticas que la buena voluntad quiere llevar adelante.
Su dictadura en los años setenta finalizó por huelgas y protestas cada vez más exigentes, encauzadas por un clero socialista que ocupaba cierto porcentaje de la jerarquía eclesiástica. La situación llegó a tal punto que algunos sacerdotes ocultaban a los subversivos comunistas en los templos. Inclusive, un obispo llegó a amenazar con prohibir la misa porque el gobierno de Banzer no declaraba amnistía para los criminales socialistas exiliados.
Ciertos clérigos como Luis Espinal y Xavier Albó o monjas como Amparo Carvajal cargarán por siempre con la infame culpa de haber contribuido a la sovietización de la Iglesia Católica en Bolivia, mediante la ideología conocida como «teología de la liberación». Los tan mentados «derechos humanos», buenos para alborotar pero pésimos para proponer, fueron artífices de la caída del régimen del Gral. Banzer.