La música lírica reserva para el Perú sucesos fascinantes. Artistas que con su voz fueron capaces de conquistar el mundo. José Mojica fue uno de ellos y aquí repasamos su historia,
Ases del Perú
La ópera en el Perú, como se sabe, tiene una larga tradición de figuras que pasearon su talento por los más prestigiosos teatros del orbe. El tenor más grande de todos, Alejandro Granda (1898-1962) salió de su Callao querido para convertirse en el número uno de Europa.
Años más tarde, haría lo propio Luis Alva, quien se estableció en Italia como un consagrado y que en los años 80 regresaba a Lima para promover temporadas de ópera en plena época del terrorismo. Hoy, a sus 93 años, disfruta de su apacible retiro.
Actualmente es Juan Diego Flórez quien se encarga de llevar la música clásica a los sectores menos favorecidos del país. Su programa Sinfonía por el Perú busca, más que enseñar arte, transformar vidas.
Vida de José
Pero hay un tenor que siendo mexicano mantuvo una estrechísima relación con el Perú. Se trata de José Mojica, el tenor que se convirtió en actor, el actor que se convirtió en fraile.
Crescenciano Abel Exaltación de la Cruz José Francisco de Jesús Mojica Montenegro y Chavarín nació el 14 de setiembre de 1895, en una plantación de café y azúcar en Jalisco. Al morir su padrastro, él y su madre se ven forzados a trasladarse a la Ciudad de México. Mojica nunca conoció a su padre biológico.
Pese a las estrecheces económicas, el muchacho logró culminar sus estudios. En estos primeros años es testigo de la inestabilidad causada por la Revolución Mexicana (1910-1924).
Ya joven, abandonó la carrera de agronomía y siguió estudios en el Conservatorio de Música. Con muy poca experiencia como tenor en México, en 1917 se trasladó a Nueva York en plena Primera Guerra Mundial (1914-1918) con apenas 500 dólares en el bolsillo.
El consagrado
Aunque los comienzos fueron duros, Mojica logró abrirse camino, primero en el teatro y luego en el cine. En 1921, con el respaldo del tenor italiano Enrico Caruso, integró el elenco de la Civic Opera Company de Chicago. Su primera película “One Mad Kiss” de 1930, lo presentó junto a la argentina Mona Maris.
Hollywood resultó propicio para la joven estrella. Asociado con el compositor cubano-español Ernesto Lecuona, grabó para el sello RCA Víctor.
Una experiencia religiosa
Durante el rodaje de “La cruz y la espada” (1934), Mojica enfrentó un momento decisivo para su carrera. Debido a la trama, conoció de cerca la vida monástica y enfrentó sus primeros cuestionamientos existenciales.
Con más de una docena de largometrajes a sus espaldas, en 1938, regresó a México donde siguió disfrutando del éxito. En medio del fulgor, su madre falleció en 1940.
La pérdida supone una crisis existencial para el cantante y un repliegue de su vida artística. En 1942, durante el rodaje de “Melodías de América”, Mojica anunció su decisión de tomar los hábitos.
En la entrevista televisiva, realizada en 1969 en el Convento de San Francisco del Centro de Lima, Mojica le cuenta al cantante Pedro Vargas cómo esa renuncia inspiró a Agustín Lara a componer el tema “Dime”.
Pedro Vargas y José Mojica en Lima, Convento de San Francisco, 1969
Parte de la religión
Mojica se integró a la Orden de San Francisco de Asís en 1942. Viajó al Perú e ingresó al Seminario Franciscano del Cusco y luego al Monasterio de San Antonio de la Recoleta. En 1947 se ordenó de sacerdote y se instaló en el Convento de San Francisco en Lima.
En 1952 publicó su libro de memorias “Yo pecador”, en el que relata su vida mundana y su conversión de fe. El texto inspiró la película de 1959 en la que Mojica aparecía ya con su nombre dentro de la orden: Fray José de Guadalupe Mojica.
Trailer de la pelicula Yo Pecador – Libertad Lamarque 1959
Otros textos
Durante su paso por La Recoleta del Cusco, Mojica publicó poemas y reflexiones en la revista Ensayos. Una selección de estos textos aparecieron en el libro: “Fr. José de Guadalupe Mojica. Memorias en el Perú”, de 2017.
José Mojica falleció en Lima en 1974, apenas seis días después de haber cumplido los 79 años. Una vida de leyenda y que se atesora en nuestro país como parte de su acervo cultural. Y que confirma que la música lírica en el Perú está llena de historias fascinantes.
Fuente: Fundación BBVA
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