El film puede disfrutarse, por supuesto, como un rocambolesco conjunto de aventuras fantásticas según donde tenga lugar cada episodio –en el sórdido colegio, en la enigmática ciudad de Zyl, en los dominios feriales de Morodian–, pero esa limitada lectura iría claramente destinada a los más pequeños, mientras que para los adultos la abigarrada narración es fácil que derive en algo confuso y esquemático. Por eso, lo mejor del film es seguramente la cuidada ambientación de los escenarios, con unos decorados a la altura de una narración fantástica que traslada el mundo de los juegos infantiles a los objetos reales. (DECINE21)

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