Hasta hace algún tiempo, aún se decía: «Roma locuta, causa finita». Así se indicaba que un asunto quedaba zanjado, definido, porque la autoridad moral, pastoral y evangélica de Roma no se ponía en duda, pues se pronunciaba con la fuerza de la Verdad, es decir, en el Santo Nombre de Nuestro Señor Jesucristo, la Verdad misma, Sumo Testigo y Juez de la Verdad, quien fue clarísimo ante Pilatos: «Tú lo has dicho. Yo para esto he nacido: para dar testimonio de la Verdad» (Juan 18, 37).
Sus pronunciamientos descansaban, no sobre la opinión, sino en la insoslayable y decidida defensa de la Verdad. No en “valores”, sino en Principios, en postulados doctrinales sólidos, unívocos, firmes. Hoy las cosas parecen ser muy diferentes y, cuando Roma habla, o bien lo hace tarde, o es irrelevante, o desata una polémica por su heterodoxia, ambigüedad y ambivalencias.
Ante la no respuesta y, más aún, la incomprensible tardanza de Roma en responder y pronunciarse sobre el acto inaugural blasfemo y ofensivo, una burla a nuestra fe (“Mocked my faith“ – Mel Gibson), en París 2024, las reacciones y comentarios no se han hecho esperar –por supuesto, bien fundamentados, pero marcados por la decepción y el desencanto–. Veamos algunas…
Primera reacción del P. Santiago Martín
Así se pronunció el P. Santiago Martín, el sábado 3 de agosto, ante el prolongado e inaudito silencio de Roma:
En el video, el reconocido sacerdote habla sin ambages, y plantea una serie de hipótesis –a manera de preguntas incómodas y suspicaces– sobre el porqué del silencio de Roma, y sus consecuencias.
Tal vez producto de esta reacción, y de muchas otras ante tan escandaloso silencio, apenas ocho días después, sábado en la noche, casi domingo, por fin aparece el esperado pronunciamiento, pero «inane» y sin firma, en un boletín. Veamos:
Así informa InfoCatólica, en su sitio web y en la red social X:
ESCUETO COMUNICADO, SIN FIRMA, PARA SALIR AL PASO DE LAS CRÍTICAS A SU SILENCIO
La Santa Sede, una semana después, dice estar triste por la ceremonia de París
La Santa Sede asegura en un comunicado que producen tristeza ciertas escenas de la ceremonia de apertura de los Juegos Paris 2024, «un prestigioso acontecimiento en el que el mundo entero se une en torno a valores comunes» y en el que «no debe haber alusiones que ridiculicen las creencias religiosas de muchas personas».
4/08/24 11:06 AM | (InfoCatólica) La Santa Sede en un escueto e inane comunicado ha trasladado que está «entristecida». Una semana, en sábado y de tapadillo, después del escandaloso silencio para los fieles. Un silencio que intentó paliar en parte la acción de un conjunto de obispos. La Santa Sede emite un breve y, podría decirse que desganado, comunicado en el Bolletino. Sin firma.
En el comunicado no se nombran ni califican los hechos, especialmente la ofensa a la Eucaristía. Ni desde luego otros aspectos de la parodia irreverente de las drag queens, en particular la exaltación del aborto. Quizá como señala el P. Santiago Martin, porque podría entenderse como una de las grandes líneas rojas, que nada pueda interpretarse como una crítica a la mariconería, que es el único ámbito en el que el Santo Padre ha rectificado dos veces, incluso suprimiendo palabras grabadas en video en uno de sus viajes apostólicos.
Lejos queda cuando el Santo Padre incluso a riesgo de ser mal entendido hablaba fuertemente sobre los límites de la «libertad de expresión»:
«No puedes jugar con la religión de los demás. No puedes insultar su fe o reírte de ella… En la libertad de expresión hay límites»
Pero, claro, eran ofensas a los musulmanes.
Ocasión perdida, ocasión aprovechada
Los innumerables actos de desagravio convocados por todo el mundo, ponen de manifiesto que sí, que los cristianos hemos sido ofendidos, pero que la ofensa era a Nuestro Señor. Y así lo han visto millones de católicos a lo largo del mundo.
Una ocasión aprovechada en muchas diócesis, parroquias y familias que desgraciadamente también en este aspecto se ven huérfanas.
Sí, lo de París ofendió a los cristianos. Pero estamos olvidando que Dios Nuestro Señor ha sido el principal ofendido. Eso debía constar en el texto. Ha sido una oportunidad perdida para enseñar sobre el pecado de blasfemia, que muchos católicos ya ni reconocen. —Douglas Bohórquez (@doug_bohorquez) August 3, 2024
Como daños colaterales, han quedado expuestos y con el merecido desafecto de los fieles algunos sacerdotes y comunicadores que durante la semana se ufanaban en que lo que hacía la Santa Sede era lo correcto, que su silencio era incluso lo mejor. Hoy los fieles saben a quiénes no acudir por consejo en las Redes Sociales o medios de comunicación, aunque sean sacerdotes. Desde los que se habían vuelto expertos en Historia del Arte para justificar la blasfemia, hasta los que veían que el ‘silencio’ era una especie de arma espiritual.
Luis Román, destacado comentarista católico, ha reaccionado así, diciendo:
El contraste es evidente: Roma guarda silencio ante la blasfemia, pero habla en apoyo de «los católicos LGBT« (un total contrasentido), por escrito, con nombre propio y con firma.
También en X, muchos Católicos se han pronunciado, como esta persona:
Segunda reacción del P. Santiago Martín, luego del pronunciamiento de Roma
Finalmente, el P. Santiago Martín, después de haber hablado cuestionando el silencio, debió romper su rutina de comunicación habitual y, un domingo, dirigirse de nuevo a la audiencia católica que le sigue y escucha.
En el segundo video, el P. Santiago Martín aborda el asunto diciendo que «ese escrito del Vaticano, condenando la blasfemia, se produjo el sábado por la tarde». Pero allí no se condena nada, menos una blasfemia ni una ofensa a Dios. Parece que no lo leyó bien pues, además del equívoco, se ha quedado corto, muy corto, en las apreciaciones hechas en este segundo video.
De él esperábamos una valoración más completa y objetiva del contenido de tal pronunciamiento, pero se ha resignado. Para el Padre Santiago Martín, el hecho de que al menos Roma se haya pronunciado parece ser suficiente para salvar la responsabilidad de El Vaticano y así salvaguardar su autoridad y prestigio. Es como si ya no hubiera nada qué cuestionar: Roma cumplió, y eso basta.
En conclusión
Lo cierto es que se trata de un comunicado escueto, sin firma, tardío y tibio, que no cuestiona la blasfemia ni la ofensa hecha al Señor, sino que tan solo dice «deplorar la ofensa causada a muchos cristianos y creyentes de otras religiones«. En el que eufemísticamente, se afirma tan solo un lugar común, mediante una vaga generalización: que «no debe haber alusiones que ridiculicen las convicciones religiosas de muchas personas«.
Nos quedamos, obviamente, con los cuestionamientos hechos no sólo al silencio antecesor, sino al comunicado mismo: lo dicho por InfoCatólica, lo que reclama Luis Román, la cita que hace la señora que comenta: «soportar pacientemente las injurias contra Dios es la suma impiedad«; y, en particular, la clara alusión que hace el señor Bohórquez, citado por InfoCatólica, sobre la blasfemia: «Ha sido una oportunidad perdida para enseñar sobre el pecado de blasfemia, que muchos católicos ya ni reconocen«.