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Qué debe y no debe hacerse en la celebración de la Misa, sobre la Sagrada Comunión

Escrito por Redacción R+F

La instrucción «Redemptionis sacramentum», describe detalladamente cómo debe celebrarse la Eucaristía y lo que puede considerarse como «abuso grave» durante la ceremonia. Este es un resumen práctico de las normas que el documento recuerda a toda la Iglesia, sobre la Sagrada Comunión.

En el capítulo 4, sobre la «Sagrada Comunión», se ofrecen disposiciones como:

  • Si se tiene conciencia de estar en pecado grave, no se debe celebrar ni comulgar sin acudir antes a la confesión sacramental, a no ser que concurra un motivo grave y no haya oportunidad de confesarse.
  • Debe vigilarse para que no se acerquen a la sagrada Comunión, por ignorancia, los no católicos o, incluso, los no cristianos.
  • La primera Comunión de los niños debe estar siempre precedida de la confesión y absolución sacramental. La primera Comunión siempre debe ser administrada por un sacerdote y nunca fuera de la celebración de la Misa.
  • El sacerdote no debe proseguir la Misa hasta que haya terminado la Comunión de los fieles.
  • Sólo donde la necesidad lo requiera, los ministros extraordinarios pueden ayudar al sacerdote celebrante.
  • Se puede comulgar de rodillas o de pie, según lo establezca la Conferencia de Obispos, con la confirmación de la Sede Apostólica.
  • Los fieles tienen siempre derecho a elegir si desean recibir la Comunión en la boca, pero si el que va a comulgar quiere recibir el Sacramento en la mano, se le debe dar la Comunión.
  • Si existe peligro de profanación, el sacerdote no debe distribuir a los fieles la Comunión en la mano.
  • Los fieles no deben tomar la hostia consagrada ni el cáliz sagrado por uno mismo, ni mucho menos pasarlos entre sí de mano en mano.
  • Los esposos, en la Misa nupcial, no deben administrarse de modo recíproco la sagrada Comunión.
  • No debe distribuirse a manera de Comunión, durante la Misa o antes de ella, hostias no consagradas, otros comestibles o no comestibles.
  • Para comulgar, el sacerdote celebrante o los concelebrantes no deben esperar que termine la comunión del pueblo.
  • Si un sacerdote o diácono entrega a los concelebrantes la hostia sagrada o el cáliz, no debe decir nada, es decir, no pronuncia las palabras «el Cuerpo de Cristo» o «la Sangre de Cristo».
  • Para administrar a los laicos Comunión bajo las dos especies, se deben tener en cuenta, convenientemente, las circunstancias, sobre las que deben juzgar en primer lugar los Obispos diocesanos.
  • Se debe excluir totalmente la administración de la Comunión bajo las dos especies cuando exista peligro, incluso pequeño, de profanación.
  • No debe administrarse la Comunión con el cáliz a los laicos donde:
  1. sea tan grande el número de los que van a comulgar que resulte difícil calcular la cantidad de vino para la Eucaristía y exista el peligro de que sobre demasiada cantidad de Sangre de Cristo, que deba sumirse al final de la celebración»;
  2. el acceso ordenado al cáliz sólo sea posible con dificultad;
  3. sea necesaria tal cantidad de vino que sea difícil poder conocer su calidad y proveniencia;
  4. cuando no esté disponible un número suficiente de ministros sagrados ni de ministros extraordinarios de la sagrada Comunión que tengan la formación adecuada;
  5. donde una parte importante del pueblo no quiera participar del cáliz por diversos motivos.

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