Opinión

Lo que no existe, no se puede reversar. Por Luis Alfonso García

Pacto Santos Farc

El Acuerdo no era en sí mismo una reforma a la Constitución sino un pacto entre el gobierno de Santos y sus aliados de las Farc. Si el pueblo no lo aprobó, le faltó un requisito sine qua non para nacer a la vida jurídica. Y si no había nacido, tampoco el presidente Santos estaba legalmente facultado para suscribirlo en nombre del Gobierno.

Con el mayor respeto por el Dr. Oscar Iván Zuluaga, me veo en la penosa necesidad de manifestar mi desacuerdo con estas declaraciones suyas:

“Yo no voy a desconocer ni voy a reversar el Acuerdo de Paz, ni la JEP. Eso hay que cumplirlo, lo que está en las normas y en la Constitución lo tenemos que cumplir. Pero eso no implica que no se puedan hacer ajustes”.

Oscar Iván Zuluaga

Claro está que no puede reversar ni hacer ajustes a algo que nunca nació a la vida jurídica.

Al examinar la Ley Estatutaria 941 de 2015, que reglamentó el plebiscito, la Corte Constitucional la declaró exequible y, en uno de los apartes de la Sentencia C-379 de 2.016, se pronunció así :

“…si el plebiscito no es aprobado, bien porque no se cumple con el umbral aprobatorio, o cumpliéndose, los ciudadanos votan mayoritariamente por el “no”, el efecto es la imposibilidad jurídica de implementar el Acuerdo Final, comprendido como una política pública específica”.

Corte Constitucional de Colombia,
Sentencia C-379 de 2016.

Pues el pueblo dijo NO y, en consecuencia, el Acuerdo no se podía implementar.

Vino en seguida el robo a la voluntad del pueblo soberano, pues el Congreso, mediante una vulgar proposición, sustituyó la decisión del constituyente primario, perpetrando un golpe de muerte a la Democracia, con la dolosa colaboración de unos magistrados de la Corte Constitucional.

El Acuerdo no era en sí mismo una reforma a la Constitución sino un pacto entre el gobierno de Santos y sus aliados de las Farc. Si el pueblo no lo aprobó, le faltó un requisito sine qua non para nacer a la vida jurídica. Y si no había nacido, tampoco el presidente Santos estaba legalmente facultado para suscribirlo en nombre del Gobierno.

Extraña sí que un destacado militante del Centro Democrático, en su momento el único partido que se opuso a ese vil asalto a la Democracia colombiana, afirme ahora, infundadamente, que hay que cumplirlo porque está en la Constitución.

No es comparable con el acuerdo de Irlanda ni con ningún otro, pues éste fue una burla al pueblo. Además, para la implementación de algunos puntos, como el de la JEP, se utilizó un medio no existente en nuestra constitución, como es el denominado “Fast track”.

Agrega el Dr.Zuluaga: “no voy a desconocer ni los acuerdos ni la JEP y creo que política e internacionalmente no es viable desconocerlos”.

Tiene todo el derecho el Dr. Zuluaga, ahora como precandidato, a pasarse al bando de su antiguo oponente, el “farcsantismo”, si cree que ello le va a traer beneficios políticos.

Pero no nos puede venir con el argumento de que internacionalmente no es viable desconocer ese acuerdo. ¿Es que los países extranjeros, pueden dictar normas al pueblo soberano? O, ¿estamos obligados a cumplir los dictados de las organizaciones internacionales, plagadas de burócratas social-comunistas?

No, mi respetado Dr. Zuluaga, los ciudadanos que nos estamos agrupando bajo la bandera de defender a Colombia de la invasión marxista-leninista y devolver a los colombianos la Legalidad, el Estado de Derecho, la Seguridad, la Justicia y el Orden que se perdieron por ese maldito acuerdo, también defenderemos con coraje el principio de la Supremacía Soberana. Colombia no es cualquier pedazo de tierra: Es un Estado libre e independiente, con unos valores, una cultura y una tradición que son nuestro más preciado patrimonio. Por eso estamos invitando a nuestros compatriotas a que nos acompañen firmando con el Partido Nacional Colombiano (PNC).

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