Por fin, una voz secular –seglar, para ser más exactos– se alza desde el sentido común, la razón, la sensatez, para reclamar lo que escasamente unos cuantos obispos y sacerdotes han pedido: “¡Abran los templos!”.
Aunque Salud Hernández-Mora no es atea, y dice –como Católica, Apostólica y Romana– estar tranquila con la Misa Dominical y no tener reparo con la Misa por internet, en su corto pero claro y enérgico mensaje, la Periodista se atreve a recabar sobre lo obvio: La gente necesita a Dios, lo necesita en el templo. Necesita estar y sentirse cerca de Él.
Si se puede usar el transporte público masivo al que se le permite llevar un 35% de su capacidad –que no es poco–, y se puede ir a los supermercados y hacer otras actividades en las que hay mayores probabilidades de riesgo, ¿por qué tanta demora para permitirle a las personas ir a los templos?
En ellos, las personas permanecen quietas, en completa compostura, guardando las normas y, sobre todo, adorando a Dios y recibiendo la Gracia que necesitan. Y esta fe, sencilla y confiada en el Poder Divino, puede contribuir a paliar y a atenuar la crisis y –¿por qué no?– a arrebatarle el milagro del fin de la pandemia.

