Con ocasión de la censura que hizo un tribunal de un trino del presidente Duque, saludando a la Virgen de Chiquinquierá, Patrona de Colombia, un grupo de cinco obispos presentó un comunicado denunciando como se usa la Constitución del 91 para arrinconar las expresiones religiosas.
El trino de Duque fue publicado el 9 de julio con motivo de la conmemoración de los 101 años del reconocimiento de la Virgen de Chiquinquirá como patrona de Colombia.
Los obispos invocan el artículo 18, sobre la libertad de conciencia, y se preguntan si lo que están haciendo los tribunales es una forma de discriminación contra los creyentes:
“Significaría que en Colombia ni el Presidente, los magistrados, gobernantes o alcaldes, ¿no pueden ejercer sus propios derechos y libertades de conciencia y de cultos? ¿No es esta una discriminación y exclusión de ciertas personas, solo por razón de sus cargos, del ejercicio de sus derechos fundamentales?”
Los pastores señalan que la tutela “más que un hecho anecdótico en el pintoresco repertorio de acciones judiciales” es una decisión que “coarta la libertad de expresión del primer ciudadano de la Nación”.
En el comunicado firmado por los obispos de Chiquinquirá, Luis Felipe Sánchez Aponte; de Duitama Sogamoso, Misael Vacca Ramírez; de Garagoa, Julio Hernando García Peláez; de Yopal, Édgar Aristizábal Quintero; así como el vicario apostólico de Trinidad, Héctor Javier Pizarro Acevedo, y el arzobispo de Tunja, Gabriel Ángel Villa Vahos, plantean las siguientes reflexiones para la ciudadanía:
- Históricamente, el lienzo de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, renovado en diciembre de 1586, ha representado para el pueblo colombiano un referente de primer orden en la construcción de identidad cultural y de consolidación de la fe cristiana. La imagen ha sido reproducida infinidad de veces desde Guatemala hasta Perú; jugó un papel protagónico durante la independencia al punto de que el Libertador la visitó tres veces y en 1919, en el primer centenario de la Independencia, fue coronada como Reina y Patrona de Colombia.
- El papa Juan Pablo II vino al país para celebrar los 400 años de su renovación milagrosa y bajo el lema, “Con la paz de Cristo por los caminos de Colombia” recorrió el país trayendo un mensaje de paz y de reconciliación. El papa Francisco hace tres años, en su visita a Colombia, se encontró con la Reina y Patrona en la catedral primada de Bogotá, a la vez que puso bajo su protección y amparo la invitación a dar el primer paso en la consolidación de la paz, la justicia, la atención a los pobres y el cuidado del medio ambiente.
- Es cierto que la Constitución de 1991 habla de un Estado laico, pero eso no quiere decir que sea un Estado indiferente y mucho menos ateo. Y destaca como un derecho fundamental que la libertad de conciencia y el derecho a no ser molestado por razón de sus convicciones o creencias (artículo 18).
- El artículo 19 de la Constitución dice: “Se garantiza la libertad de cultos. Toda persona tiene derecho a profesar libremente su religión y a difundirla en forma individual o colectiva. Todas las confesiones religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley”. Y el artículo 20 dice: “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones”. De modo que en Colombia todos, incluido el Presidente de la República, somos libres de expresar nuestras convicciones religiosas, sin temor a ser sancionados.
- Nos preocupa, sin embargo, una tendencia que viene de dos siglos atrás, que se ha venido acentuando en nuestra cultura occidental y es la pretensión de relegar el sentimiento religioso al ámbito de lo privado.
- El clima de polarización y antagonismo político que sigue afectando al país, atizado por viejos odios sectarios que se oponen a la búsqueda de la paz y de la reconciliación, hace que cualquier gesto del Presidente de turno sea motivo del dedo acusador de sus contradictores.
- Consideramos que este hecho, siembra un pésimo precedente y corrobora la descomposición que se respira en muchos círculos del poder. Pero es una invitación para que, como creyentes comprometidos, vivamos con mayor convicción nuestra fe, a expresarla con plena libertad y a seguir trabajando por una Colombia en la que impere la justicia y se consolide la paz.
Fuente: El Nuevo Siglo