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Los puntos sobre las íes: La defensa de los valores es la más elevada expresión ciudadana.

En la antigua Grecia, cuando se reunían los padres de la Democracia a debatir sobre temas públicos que afectaban el desarrollo social y la vida de los ciudadanos, existía un mandato preciso: quien tomaba la palabra para exponer argumentos en torno a los problemas que se ventilaban en los debates, no hablaba en nombre propio ni estaba a la caza de ventajas en favor de sus intereses personales.

Por principio, los políticos atenienses que tuvieron en Pericles a su máximo exponente, sabían que cada uno de sus argumentos debía reflejar los valores de quienes representaban. En consecuencia, sabían que los ojos de los ciudadanos estaban puestos sobre sus actuaciones. En ese entonces –qué coincidencia–, a la gente le dolía su familia y velaba por un mejor futuro para sus seres queridos.

Esta valiosa lección nos invita a ejercer una ciudadanía más fuerte en Colombia. Nos referimos a una ciudadanía basada en principios que algunos tildan como “caducos”. La realidad es que una amplia gama de valores heredados de la cultura judeo-greco-cristiana, vale decir, el ADN espiritual de Occidente, hoy están siendo objeto de “bullying” permanente por parte de una minoría envalentonada que se caracteriza por relativizar lo que no se puede relativizar.

Sólo basta escuchar a sus principales voceros para entender que el centro de su discurso es el relativismo: el dolor es relativo, la paz es relativa, el matrimonio es relativo; y, cuando no son ateos confesos, en el mejor de los casos, Dios también es un asunto relativo. ¿Será que la vida y la muerte también son relativas para ellos?

Ante tamaña amenaza, que está bien financiada en todo el planeta, y lejos del tibio escenario político nacional, donde observamos varios candidatos listos para competir por gobernaciones, alcaldías, concejos y juntas administradoras locales –muchos de los cuales lamentablemente no representan los anhelos de las bases de sus partidos–, consideramos oportuno hacer borrón y cuenta nueva a través de un voto libre y sin precio, como legítima expresión de una ciudadanía que se ha cansado de las medias tintas.

Por consiguiente, vamos a dar la batalla por los valores en la campaña que apenas comienza, y vamos a ratificar nuestro rechazo, en las urnas, a veladas imposiciones que pretende instaurar el establecimiento:

Enfrentar la ideología de género y todos los derivados de la agenda LGBTI (asunto esencial en las negociaciones de las Farc en La Habana); señalar el aborto y la eutanasia como causas de nuevos fracasos y no como “soluciones amigables”; denunciar la persecución religiosa, esa que se burla y menosprecia la labor de miles de personas anónimas que viven su Fe desde la práctica; y desenmascarar los agentes sociales que quieren destruir a la familia al precio que sea, como puntillazo perfecto para acabar con la sociedad siguiendo la cartilla del marxismo cultural. Estas cuestiones no dan espera.

Este año demos un paso hacia el verdadero progreso, apoyados en la coherencia de nuestro voto. De nosotros depende la supervivencia de la Democracia en Colombia.

Los puntos sobre las íes:

Una persona que cree en Dios y asume sus obligaciones desde la Libertad, defiende la vida y el matrimonio entre hombre y mujer, se opone al aborto y a la eutanasia, y no está de acuerdo con una justicia que en lugar de castigar a los bandidos los premia, debe votar por candidatos afines a estos sencillos principios.

La defensa de los valores es la más elevada expresión ciudadana; el uso de la razón es el mejor argumento para hacer historia.

Razón+Fe te invita a visitar www.elcieloquierevolver.blogspot.com.co

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