En la sección de «Confidenciales» de la edición 1944, la revista narra la supuesta negociación entre el presidente Rafael Núñez con el Papa León XIII, a través de la cual el mandatario habría comprado su nulidad matrimonial a cambio de beneficios tributarios, entre los cuales estaban la inembargabilidad de los bienes la Iglesia destinados al culto religioso, en el Concordato de 1887.
Entre otras imprecisiones históricas, la revista acusa al presidente de una supuesta bigamia, delito del que eran responsables aquellos que tuvieran dos matrimonios simultáneos, imposibles bajo la ley civil que tanto entonces como hasta la fecha, exige la monogamia.
Sin embargo, la realidad histórica no concuerda con la nota de Semana:
Como narra el historiador Indalecio Liévano Aguirre en este artículo disponible en la Biblioteca del Banco de la República en internet, Núñez se casó en 1851 en el estado Federal de Panamá con Dolores Gallego, hija de un importante líder liberal de esa región.
La pareja se separa en 1959, cuando Núñez es elegido al Congreso abandonando Panamá, con su esposa y sus dos hijos, por la fría Bogotá.
Allí conoció a otras mujeres con las que se relaciona pero su interés lo cautivaría la cartagenera Soledad Román, a la que conoció en 1857, pero que sólo le correspondería a su reencuentro en Cartagena de 1874.
Para entonces regía para todo el territorio de los Estados Unidos de Colombia el Código Civil de Cundinamarca, que permitía tanto del matrimonio civil como el divorcio vincular, lo cual hizo posible que el matrimonio civil de Núñez con Dolores Gallego se disolviera en 1877, pudiendo así contraer matrimonio con Soledad Román, en París en julio de ese mismo año.
Cuando Núñez es elegido presidente de la República, inicialmente viaja sólo a Bogotá para evitarle a Soledad el rechazo de la sociedad bogotana, la cual estaba escandalizada por la situación marital del nuevo presidente.
Irónicamente fueron los liberales del Olimpo Radical los que falsamente lo tildaron de bígamo, mientras su esposa tuvo que sufrir por los insultos procaces de periódicos clandestinos; mientras que los conservadores por el contrario fueron con sus esposas a recibir a la pareja presidencial a la estación del ferrocarril.
Líevano agrega en su artículo que «Doña Sola», como la llamaba la sociedad de la época, contó además con el aprecio y la admiración del Arzobispo de Bogotá, Monseñor José Telésforo Paul y del jefe del partido conservador Carlos Holguín junto a su esposa Margarita Caro.
Al contrario de Núñez, quien era agnóstico y librepensador, su esposa era una católica devota de la Virgen de las Mercedes, cuya conciencia estaba profundamente intranquila por su irregular situación matrimonial.
El 1884 pronunció la famosa frase «La Constitución de 1863 ha dejado de existir», dando fin a la ruina económica y social en que ese régimen había sumido al país, para promoveruna nueva centralista y en la que la Iglesia Católica cumplía un papel fundamental para el restablecimiento del orden moral y social.
Precisamente fue el Arzobispo de Bogotá quien intercedió ante el Papa León XIII, cuyas encíclicas sociales sinceramente admiraba Rafael Núñez, para que se levantaran las sanciones eclesiásticas contra la pareja y se les permitiera algún tipo de reconocimiento social.
La propuesta se concretó cuando se le otorgó a Núñez la Orden Piana en categoría de Caballero de Primera Clase, al tiempo que Monseñor Paul hizo presencia en la ceremonia solemne que se realizó en el Palacio de San Carlos, en donde por fin la pareja presidencial recibió el homenaje de la sociedad bogotana.
Un año después se firmaría un Concordato entre el estado de Colombia y la Iglesia Católica el cual buscaría restablecera los derechos de la Iglesia en el país, los cuales habían sido gravemente menoscabados por la Constitución Radical de Tomás Cipriano Mosquera, en el cual participó Núñez como Secretario de Hacienda, expropiando los bienes de la Iglesia para luego subastarlos a favor del Estado.
En 1889, a la muerte de Dolores Gallego, la pareja Núñez Román finalmente pudo «elevar» a la categoría de sacramento el matrimonio civil que habían contraído doce años antes.
Conclusiones:
1. Acusar de bigamia a Rafael Núñez sería tan errado como hacerlo con Juan Manuel Santos, por su divorcio de Silvia Amaya Londoño y su posterior matrimonio con María Clemencia Rodríguez. En ese entonces (al igual que hoy), era posible el divorcio vincular y el posterior matrimonio civil.
2. El escándalo social contra la pareja Núñez Román fue azuzado, con gran bajeza por liberales anticlericales, quienes actuaban por puros intereses políticos, mientras que los líderes conservadores y eclesiásticos de la época, les ofrecieron su respeto y solidaridad.
3. El trueque de nulidades matrimoniales por beneficios tributarios, sólo ocurrió en la vulgar imaginación de los editores de la revista Semana. La Iglesia nunca concedió la nulidad al matrimonio de Núñez con Dolores Gallego, como tampoco lo hizo con Enrique VIII, a pesar de que esto implicó no sólo perder la fe de un reino, sino padecer una violenta persecución anticatólica, de la cual aún hoy quedan vestigios en Inglaterra.
4. El ladrón juzga por su condición. La mentalidad liberal que representa la Revista Semana, tiene como base moral el utilitarismo, el cual se mueve según los intereses y las conveniencias. Por eso es para ellos casi imposible imaginar que haya alguien, mucho menos una institución, que se mueva por principios, como lo prescribe la moral católica.
5. Si la Revista Semana es un buen referente del nivel del periodismo colombiano, este debe estar en cuidados intensivos si es que no agonizando.