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Paradójico: “La Iglesia levanta un muro contra las personas no vacunadas”, afirma la Nuova Bussola Quotidiana

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¿Pandemia o pretexto? El acceso a las misas celebradas por el Papa en Eslovaquia está prohibido a quienes no estén vacunados. Y en Italia, el diario de los obispos lanza una cruzada contra quienes se oponen a la vacunación obligatoria. Es paradójico: apoyando plenamente la causa pro-vacunación y la adopción del Pase Verde, la Iglesia de la misericordia que aboga por derribar todos los muros, está construyendo uno alrededor de la Misa.

Así se pronuncia Riccardo Cascioli, fundador y director del diario “La Nuova Bussola Quotidiana”, con respecto al ‘PASE VERDE’ que se quiere imponer en las misas que celebrará el Papa Francisco en algunos países de Europa a los que visitará próximamente.

Pero más grave aún –según lo denuncia–, es la agresiva campaña que en la misma línea ha emprendido el diario Avvenire, de los Obispos italianos, cuyo resultado sería impedir el acceso a la Santa Misa a los no vacunados, constriñendo sus conciencias, discriminándolos y negándoles así su derecho a vivir plenamente su fe y a recibir los Sacramentos.

A continuación ofrecemos el texto del artículo, traducido del original italiano.


El acceso a las misas celebradas por el Papa en Eslovaquia está prohibido a quienes no estén vacunados. Y en Italia, el diario de los obispos lanza una cruzada contra quienes se oponen a la vacunación obligatoria.

Así se instaura la paradoja: apoyando plenamente la causa pro-vacunación y la adopción del Pase Verde, la Iglesia de la misericordia que aboga por derribar todos los muros, está construyendo uno alrededor de la Misa.

ECCLESIA | 26-07-2021

Papa Francisco

La fiesta del “Green Pass” también ha encontrado un patrocinador de alto perfil: la Iglesia Católica. De hecho, es fácil imaginar el impacto que tendrá la noticia sobre la próxima visita del Papa a Hungría y Eslovaquia en septiembre: sin el Pase Verde, no hay acceso a las Misas celebradas por el Papa. Y un signo de gran importancia es la cruzada lanzada por el diario de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), Avvenire, contra los supuestos adherentes del “no vax”, sin precedentes en cuanto a intensidad y ferocidad.

En Hungría , el Papa celebrará la Misa final del Congreso Eucarístico Internacional y luego estará en Eslovaquia otros tres días. La motivación del certificado de vacunación obligatoria –dijo el arzobispo de Bratislava Stanislav Zvolensky– radica en el hecho de que “es la única forma real de no limitar radicalmente el número de participantes”.

Aunque esto está teniendo un impacto mediático considerable, la noticia como tal no es sorprendente: el Vaticano fue el primer estado en hacer obligatoria la vacunación para residentes y empleados, el Papa ha presionado repetidamente para que se vacunen, y recientemente incluso acusó a quienes no aceptan estar vacunado de poner en peligro la vida de otros. Apoyar la necesidad de un ‘pase verde’ es solo una pieza inevitable más del rompecabezas.

Es importante señalar lo que está sucediendo también en Italia, también a la luz de la proximidad entre la Conferencia Episcopal Italiana y la Santa Sede. En la línea del Papa, el diario de la CEI siempre ha tenido un enfoque más que favorable hacia las vacunas, pero desde hace unos días llevamos leyendo ataques muy duros contra quienes no se vacunan, quienes son tratados como un amenaza para la raza humana, aprendices de brujo o peor aún. Conociendo el mecanismo que mueve este diario clerical-progresista, es bastante fácil conjeturar que las “sugerencias” han venido de arriba, tanto desde el punto de vista político como eclesial.

Dado que es un sentimiento común que entre los católicos acecha una importante bolsa de resistencia a las vacunas obligatorias, es comprensible que el gobierno, dada la actitud del Vaticano, quisiera involucrar a los obispos en esta labor de ejercer persuasión moral.

La jerarquía católica, por lo tanto, está desempeñando un papel de liderazgo en la promoción de la vacunación obligatoria y la segregación mediante el uso del Pase Verde, haciendo caso omiso de los mismos documentos que ha producido: basta recordar la nota emitida por la Congregación para la Doctrina de la Fe el pasado 19 de septiembre, sobre la moralidad del uso de vacunas anti-Covid que, refiriéndose a la “razón práctica”, decía claramente que “la vacunación no es –por regla general– una obligación moral” y “por lo tanto debe ser voluntaria”. Y también ignorando el Informe aprobado por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, que establece específicamente que el pase verde no puede utilizarse para discriminar contra los ciudadanos que descartan vacunarse.

El paso será muy corto desde aquí hasta necesitar un pase verde para ingresar a la iglesia para la misa dominical. Algunos sacerdotes en Italia ya están haciendo esto, otros ciertamente lo seguirán, y podemos esperar que los obispos emulen la tendencia. La justificación es siempre la caridad y el bien común, dando por sentado que la vacunación masiva eliminará todo contagio. De nada sirve demostrar que no es así, que las personas vacunadas pueden contagiarse fácilmente y que, precisamente por eso, las concentraciones de personas vacunadas se vuelven más peligrosas para la circulación del virus. Y además, si la vacuna es muy eficaz, como suele decirse, ¿por qué las personas vacunadas temen a sus compañeros no vacunados?

Pero más allá de la esencia de los aspectos individuales de la cuestión, esta posición de la jerarquía eclesiástica es hija de un Magisterio que ve sólo horizontalmente, centrado como está en la solución de los problemas de la humanidad más que en la salvación de las almas. Y así, en última instancia, resulta natural que la Iglesia asuma el pensamiento del mundo hasta el punto de transformarse, como en esta ocasión, en la criada del Estado o en el brazo operativo de la ONU.

Este es un espectáculo triste en sí mismo, pero obviamente tendrá consecuencias para los católicos que no se inclinan ante la mentalidad de “vacunación para todos” y “lo antes posible”. En este clima creciente de socialismo real, se acercan también los tiempos en que será necesario celebrar liturgias clandestinas. Por supuesto, una sonrisa es la reacción natural a la ‘parábola’ de una Iglesia que comienza queriendo demoler todos los muros y predicando la aceptación, y termina construyendo nuevos muros alrededor de la Misa, echando a los que siguen la forma extraordinaria, personas no vacunadas y, muy pronto, a aquellas que se oponen a la idea del calentamiento global antropogénico.

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