Fe Iglesia

¿Acaso queda ya algo que nos pueda sorprender?

Nada nos puede sorprender

Sin perder la fe, conservando la esperanza, y en un acto de confianza, recordemos y meditemos la promesa de indefectibilidad de Jesús sobre la Iglesia cimentada en la roca:

«Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella».

Mateo 16, 18.

En nombre de “las sorpresas del Espíritu” (ya no se sabe cuál ‘espíritu’) hemos debido padecer un incesante desfile de aberraciones.

En nombre de “una Iglesia en salida”, nos han invadido desde fuera hacia adentro, con toda clase de antropomorfismos a los que se les ha concedido equipararse a lo Sagrado, denigrando de paso las Realidades Sagradas y su Valor Sacramental.

Nada hay ya que nos pueda sorprender, aunque quizá sea mucho lo extraño, indigno y aberrante que esté aún por venir.

Nada hay ya que nos pueda sorprender, salvo la Sabiduría y la Providencia Divinas, que lo harán en su momento.
Sin perder la fe, conservando la esperanza, y en un acto de confianza, recordemos y meditemos la promesa de indefectibilidad de Jesús sobre la Iglesia cimentada en la roca:

«Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella».

Mateo 16, 18.


“Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos:

—«¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?».

Ellos dijeron:

—«Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas».

Díceles él:

—«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».

Simón Pedro contestó:

—«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».

Replicando Jesús le dijo:

—«Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.

A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos»”.

Mateo 16, 13-19 – Bíblia Católica Online. Biblia de Jerusalén.


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