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Descanse en paz: Javier Echevarría, prelado del Opus Dei

Escrito por Redacción R+F

En la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, el Señor llamó a su seno al sucesor de san Josemaría Escrivá de Balaguer, Monseñor Javier Echavarría. Una insuficiencia respiratoria terminó con la vida de la cabeza la prelatura personal del Opus Dei.

De acuerdo con la página oficial de esa organización eclesial “el gobierno ordinario de la prelatura recae ahora sobre vicario auxiliar y general Mons. Fernando Ocáriz. Según los estatutos de la Prelatura, a él compete convocar en el plazo de un mes un congreso electivo que elija al nuevo prelado. El congreso ha de celebrarse en el plazo de 3 meses. La elección debe ser posteriormente confirmada por el Papa”.

Monseñor Javier nación en Madrid (España) en 1932 y fue el segundo sucesor de san Josemaría, luego del beato Álvaro del Portillo, y sirvió durante 22 años a esta gran “Obra” de la Iglesia católica.

En la capilla del hospital policlínico “Campus Bio-Medico” de Roma, donde se encontraba hospitalizado, se han celebrado varias misas delante del cuerpo insepulto de don Javier, desde la una de la madrugada el 13 de diciembre.

Mons. Ocáriz también ha relatado que en sus últimos momentos, el prelado “rezaba a la Virgen de Guadalupe. Quienes le acompañaban, le preguntaron: -¿Quiere que pongamos la imagen de la Virgen de Guadalupe a la vista? Y él respondió: -No hace falta, aunque no vea el cuadro, la siento conmigo”.

En la última carta mensual que dirigió a sus hijos del Opus Dei, don Javier agradeció al santo Padre Francisco por la audiencia que le dio el pasado 7 de noviembre y por la bendición que le impartió a todos los fieles de la Prelatura, al tiempo que los invitó a seguir rezando por la persona e intenciones del sumo Pontífice.

En relación con la época de Adviento que vivimos, hizo estas afortunadas reflexiones que compartimos con nuestros lectores: “En esta época nuestra, tan compleja como apasionante, existe el riesgo de que el ajetreo del ambiente nos empuje, casi sin darnos cuenta, al atolondramiento: a hacernos perder el enfoque de que el Señor se halla muy cerca. Jesús se nos da del todo, y nada más normal que nos pida mucho. No entender esta realidad significa no entender o no adentrarse en el Amor de Dios…..Quizá nos ocupamos de muchas cuestiones, y nos falta sosiego en el trato con Dios. Si logramos mantener esa calma en la relación con el Señor, la ofreceremos también a los demás: la convivencia más estrecha en los días de Navidad nos apartará de discusiones, enfados, impaciencias o ligerezas, y gustaremos de descansar y rezar juntos, de alimentar buenos ratos en familia, de limar prejuicios o rencorcillos que quizá quedaron en el alma”.

Finalmente, compartimos esta entrevista que le hizo el canal de la Madre Angélica con ocasión de la beatificación de su antecesor, don Álvaro del Portillo:

Fuente: opusdei.org

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