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¿Debe Dios gobernar? La relación entre fe y política

Debe Dios gobernar
Escrito por Invitado

¿Es absurdo decir que Dios debe gobernar nuestros países? ¿Cómo se involucra Dios en la política?

Por: Aarón Mariscal

Luis Fernando Camacho, candidato a la presidencia de Bolivia, dijo en una entrevista reciente que Dios iba a gobernar Bolivia. ¡Qué chistoso! O sea, ¿cómo el dios de una religión de las miles que hay va a gobernar nuestro país? Es absurdo decir algo así, ¿o no?

Dios va a gobernar Bolivia

Entrevista en el canal boliviano Red Uno, donde habló Camacho.

No suena absurdo si abrís tu mente a la lógica y a la razón para pensarlo con detenimiento. ¿Debe Dios gobernar?

Para negar esto, tenemos que asumir dos cosas:

  • Que Dios no existe
  • Que si existiera, no debe gobernar Bolivia

A lo largo de estos párrafos, voy a ahondar en dos puntos centrales:

  • ¿Qué es Dios?
  • ¿Quién debe gobernar?

Pero antes, 2 aclaraciones:

  1. Este artículo no es para defender a Camacho, sino para defender la verdad. La verdad es la verdad, no importa quién la diga.
  • Si Evo Morales dice que el agua moja, el agua moja, no porque lo diga Evo, sino a pesar de que lo diga Evo.
  • Si Carlos Mesa dice que 2+2=4, 2+2=4, no porque lo diga Mesa, sino a pesar de que lo diga Mesa.
  • Si Luis Fernando Camacho dice que Dios va a gobernar Bolivia, Dios va a gobernar Bolivia, no porque lo diga Camacho, sino porque así va a ser, ¿o no?
  1. No sé si Camacho haya querido decir todo lo que voy a analizar en este artículo, solo entrando a su mente podemos saber algo así. Aquí no vamos a analizar si Dios va o no va a gobernar Bolivia, sino más bien si Dios debe o no debe gobernar.

Ahora sí, comencemos.

¿Qué es Dios?

Padre celestial

Dios es la perfección absoluta. Al ser lo más perfecto, es lo más verdadero, lo más bello y lo más bueno. Siendo perfectamente bueno, bello y verdadero, es sano y justo que deseemos conocerlo.

¿Qué somos nosotros? Seres imperfectos. Al ser seres imperfectos, necesitamos buscar la perfección. Al ser Dios perfecto y nosotros imperfectos, somos inferiores y Él es superior. Al ser nosotros inferiores y Dios superior, no podemos alcanzarlo, es decir, alcanzar la perfección, pero podemos acercarnos a ella. Conociendo a Dios, nos acercamos a esa perfección. Entonces, es sano y justo que nos acerquemos a Dios.

Y ¿por qué creer en Dios? No quiero que este artículo se haga largo, así que…

Tarea para la casa: revisar el video ¿Dios existe o no existe? Dante Urbina vs Luis Arbaiza (parte 1 y parte 2).

Entonces, ¿por qué creer en Dios? Porque si hay un universo, se supone que alguien lo creó. ¿Por qué creer en los albañiles? Porque si hay una casa, se supone que alguien la construyó. ¿Por qué creer en los periodistas? Porque si hay noticias, se supone que alguien las escribió.

Ser ateo es como ser terraplanista: un terraplanista cree que la tierra es plana y niega que sea esférica (sí, está achatada por los polos, pero para simplificar las cosas vamos a redondear el concepto). Negar una realidad tan evidente como la existencia de Dios equivale a crear tu propia verdad: que Dios no existe. Si el Estado fuera laico, sería como un Estado que acepta que se pueda debatir la idea de que la tierra es esférica.

La realidad no es debatible; por tanto, es malo que el Estado permita y aliente la existencia del terraplanismo. De igual manera, es malo que el Estado rechace una realidad tan evidente como la existencia de Dios.

Para digerir esta gran verdad que es Dios, tenemos que aceptar que la verdad existe y que podemos llegar a conocerla. Si no aceptamos esto, entonces cada uno puede crear su propia verdad.

Pero si cada uno pudiera crear su propia verdad, sería válido imponer la idea de que el agua no moja o que la tierra es plana. No es correcto hacerlo; por lo tanto, la verdad es una y está ahí esperando a que la conozcamos.

Tarea para la casa: investigá sobre realismo vs nominalismo

Ojo: no te sintás atacado si no creés en Dios o si estás en contra de lo que te he dicho hasta ahora. Vos no sos estúpido, vos sos inteligente. Si vos no fueras inteligente, yo no te pediría investigar lo que te estoy pidiendo; por tanto, confío en tu capacidad de razonar, tu voluntad de conocer la verdad de las cosas y renunciar a las creencias falsas a las que te has adherido. Quizás no fue tu culpa, quizás sucedió porque otros te enseñaron mal, pero son creencias falsas, y tenés que despojarte de ellas si querés asumir la verdad y no la mentira.

¿Quién debe gobernar?

Jesus y Pilatos

Gobernar es dirigir, administrar. El gobernante, sí o sí es superior al gobernado. Al ser Dios la perfección absoluta, Dios es superior a nosotros.

Si Dios es superior a nosotros, Dios nos gobierna (aunque no queramos). Si Dios nos gobierna aunque no queramos, no hay forma de escapar de su alcance.

Pero no hay por qué tener miedo: si nos gobiernan la bondad, la belleza y la verdad, podemos estar seguros de que estamos en las manos correctas. Dios es la bondad, la belleza y la verdad absoluta; por tanto, es correcto y deseable que Él nos gobierne.

¡Pero ojo! Aquí hay un detalle: Dios nos dio libre albedrío. Es cierto que nada escapa a su autoridad, pero también es cierto que somos libres de desobedecerle. De la misma manera en que si tu madre te manda a comprar pan a la esquina, vos podés obedecerle o desobedecerle.

Si le hacés, caso, es por voluntad propia, no porque haya un hilo que te arrastre por toda la vereda y te lleve hasta la venta, ¿no? Pero el gobierno de tu madre, o sea, su autoridad, es un gobierno imperfecto, ella se puede equivocar. En cambio, Dios no se equivoca, porque Él es perfecto. Entonces, Dios debe gobernar y esa es una verdad absoluta. ¡Me encantan las verdades absolutas!, hacen temblar a la gente insegura.

Por otro lado, los gobiernos humanos son imperfectos; por tanto, no puede decirse que ellos sean Dios, pero sí puede decirse que son utilizados por Dios. Él es la causa primera y nosotros las causas segundas.

Dios gobierna mediante los humanos, toda autoridad viene de Dios. Si no, veamos qué dicen los ‘retrógrados’ doctores de la Iglesia, que, por cierto, fueron académicos que estudiaron mucho y saben de lo que hablan.

  • «Que haya principados y que unos manden y otros sean súbditos, no sucede acaso y temerariamente sino por divina sabiduría» – San Juan Crisóstomo
  • «Confesamos que el poder les viene del cielo a los emperadores y reyes» – San Gregorio Magno
  • Responde Jesús a Poncio Pilato en Juan 19, 11: «No tendrías contra mí ningún poder, si no se te hubiera dado de arriba».

Recordemos que Jesús es Dios, porque Dios es trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

La Iglesia nos enseña la obediencia y sumisión al poder civil, aunque ese gobierno tenga una Constitución Política que imponga el Estado laico. Sin embargo, es posible obedecer y al mismo tiempo rechazar ciertas cosas. De hecho, el catecismo nos manda a obedecer en todo lo que no sea pecado.

Te voy a poner un ejemplo: si tu mamá cree que 2+2=5, ¿la vas a dejar de obedecer en todo lo que mande? ¿No, verdad? Porque es tu madre, y si la dejás de obedecer por algo así, ¡qué inmaduro que sos!

De igual manera, si el gobierno no reconoce la superioridad de Dios sobre todas las cosas y, por tanto, la necesidad de que el Estado sea confesional, igual debemos obedecerle. ¿Por qué? Porque su autoridad viene de Dios.

Entonces, aquí lo que todos estaban esperando: “A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”. ¿Cómo interpretar correctamente esta frase? Con esas palabras, Jesús respondió a los fariseos, que le preguntaron si se debía pagar impuestos a los romanos a pesar de que, según los fariseos, oprimían al pueblo judío en aquel entonces. La respuesta de Jesús significa única y exclusivamente que la obediencia al poder civil no contradice la obediencia a Dios, siempre y cuando el poder civil no mande algo que sea pecado.

Esta obediencia al poder civil no implica aceptar y promover la laicidad del Estado. Simplemente significa someterse a una autoridad y al mismo tiempo decir la verdad: ¿y cuál es la verdad? Que es malo que el Estado sea laico. De la misma manera que si el Estado aceptara y promoviera la idea de que la tierra es plana, podemos admitir su autoridad y al mismo tiempo condenar que fomente el terraplanismo.

Tarea para la casa: revisar las cartas encíclicas Diuturnum illud y Libertas, praestantissimum de León XIII, Mirari Vos, de Gregorio XVI, y Quas primas, de Pío XI.

La Iglesia Católica siempre ha condenado la separación Iglesia-Estado. La Iglesia es mater et magistra (madre y maestra); los católicos nos sometemos a la Iglesia; por lo tanto, es saludable y necesario que nosotros también condenemos la separación Iglesia-Estado.

El católico que defiende la separación Iglesia-Estado es un mal católico. Si sos católico y te sentiste identificado con esto último, tranquilo, no es que tengás toda la culpa, pero deberías sentir un rechazo enorme por la mentira y disponerte a conocer la verdad para así defenderla y ser cada día mejor católico. La verdad es que el Estado no debería ser laico.

Pero. Si el Estado no debe ser laico, significa que es correcto y deseable que el Estado profese una religión, ¿no? Y si existen muchas religiones, es bueno que el Estado sea protestante, católico o musulmán por igual, ¿no? No es tan así.

Solo la fe católica es la única y verdadera, el resto son falsas religiones. De la misma manera en que la comunidad científica no debe admitir en sus revistas la difusión de seudociencias como la astrología o la homeopatía.

Tarea para la casa: revisar el video Lutero: ¿herencia o hipoteca?, del profesor Claudio Mayeregger.

¿Qué quiere la Iglesia Católica? La salvación de las almas. ¿Cómo salvar las almas? Difundiendo la religión católica. ¿Cómo difundir la religión católica? Con todos los medios que tengamos a nuestro alcance: predicación, apologética, dando el ejemplo a los demás…, impulsando la religión católica desde el Estado.

¿Por qué es bueno y saludable impulsar el catolicismo desde el Estado, es decir, haciéndolo confesional? Porque Dios quiere que todos nos salvemos. ¿Por qué quiere que todos nos salvemos? Porque nos ama. ¿Por qué nos ama? Porque es infinitamente bueno. Si Dios nos ama y quiere que le amemos, quiere que nos hagamos hombres virtuosos, o sea, santos. ¿Qué mejor manera de forjar ciudadanos virtuosos que desde un gobierno virtuoso? ¿Y qué mejor manera de ejercer un gobierno virtuoso que sometiendo a ese gobierno a la ley de Dios?

Si el Estado es laico, no debe rendir cuentas a Dios, sino a los hombres. Si el Estado rinde cuentas solo a los hombres, que son seres imperfectos, huye de la perfección y tiende a la imperfección. Si el Estado se acerca a la imperfección, admite todo tipo de corrupción. Y si admite todo tipo de corrupción, el Estado disminuye su virtud.

Y así, llegamos a la conclusión lógica y razonable de que es correcto y deseable que Dios gobierne nuestros países. Lo puedo afirmar con total seguridad.


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