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¡De película! En Colombia ya se puede ir a cine, pero no a Misa…

Reapertura de Cines en Colombia
Escrito por Redacción R+F

¿A quién le corresponde aprobarlo? ¿Por qué la exigencia es mayor para los Templos que para los Teatros? ¿Discriminación religiosa?

Y… ¿en las manos de quién está realmente la responsabilidad de reabrir los templos: de los alcaldes o de los obispos?

Ha sido aprobada la reapertura de los Cines en Colombia por parte del Ministerio de Salud. Pero para los templos, rige una medida que exige coordinación entre dicho Ministerio, el del Interior y las Alcaldías. Y ello, pese a que la Iglesia Católica hizo un juicioso trabajo para definir lineamientos y protocolos específicos para su actividad litúrgica.

Noticia y primeras reacciones

Vamos a los hechos. Así informaron vía Twitter algunos de los más importantes medios de comunicación en Colombia, sobre la reapertura de los cines:

Sin crispetas y con distanciamiento social: Así es el protocolo de reapertura de los cines y teatros.

El Ministerio de Salud autorizó la reapertura de cines y teatros bajo protocolos de seguridad por la pandemia COVID-19. Los espacios no podrán exceder el 50 por ciento de la capacidad y se prohibirá el consumo de alimentos en el interior.

Las medidas generaron reacciones a favor y en contra del regreso de los centros de entretenimiento.

Ver Twitter

Estas fueron algunas de las reacciones al anuncio de la medida publicado por El Tiempo:

Cines reacciones a protocolos
Cines reacciones a protocolos

Diferencias entre los Cines y los Templos Católicos

Enunciemos algunas de las evidentes diferencias que hay entre ambos lugares y las actividades que en ellos se realizan, al menos en materia de Duración y Condiciones:

La Misa dura media hora. Máximo una.

En el cine, los “cortos” duran mínimo 15 minutos, y la película al menos una hora y media.

El templo es un espacio abierto y ventilado naturalmente, con puertas por todos los lados.

El teatro es un espacio cerrado, ventilado artificialmente, con sólo un acceso y una salida de emergencia.

Para reabrir los templos se exige coordinación entre el Ministerio de Salud, el del Interior y las Alcaldías.

Para los cines basta el aval del Ministerio de Salud.

Otras actividades, como el hecho de conversar, cantar o comer, están restringidas en todas partes.

¿Y de los templos qué?

En los templos no se conversa ni se come, sólo se canta. Pero ya esto último no lo pueden hacer los fieles. Y, con los protocolos, se exige un riguroso distanciamiento social de al menos dos (2) metros.

Desde el principio, el Ministro de Salud –aún no logramos comprender el por qué– los equiparó a las discotecas, dejándolos como el último sector para reabrir. Ante la presión de los fieles, y el escaso pero firme pronunciamiento de apenas tres obispos, el 26 de junio el gobierno anunció su reapertura.

En el Decreto 878 de 2020, se estipula que ésta deberá ser autorizada por los alcaldes en cada Municipio, “en coordinación con el Ministerio del Interior y el de Salud” (Ver).

Celebraciones religiosas
Celebraciones religiosas

Dicha coordinación exige el cumplimiento de los protocolos que fueron dialogados y concertados en mesas de trabajo. Allí se hizo distinción entre la Iglesia Católica y el “Sector Interreligioso”; este último comprende diversas denominaciones y prácticas diferentes a la Liturgia Católica.

¿A quién le compete?

La Iglesia delegó el asunto a una Comisión, la cual definió con el gobierno el cumplimiento de unos protocolos. Estos fueron ratificados en el Decreto que a su vez dispuso que cada alcaldía debía verificarlos y dar la autorización correspondiente.

Así las cosas, no sólo se aprobó la realización de pruebas piloto en municipios “No Covid”, sino que se autorizó la reapertura de los templos en las condiciones estipuladas. Pero…, a la fecha, no se ha reabierto prácticamente ninguno.

En su momento, y en el artículo citado, planteamos la evidente inquietud que surgía: ¿quiénes solicitarían la reapertura: los párrocos o la Diócesis respectiva? Aprobado esto, lo razonable es que cada parroquia proceda ante la instancia civil. En ello no hay menoscabo alguno de la autoridad del obispo.

Así, cada parroquia habría iniciado desde el 26 de junio el proceso de reapertura, incluso si ello dependiera de los resultados de las pruebas piloto. De esta manera han avanzado otros sectores a los que, con mayor nivel de riesgo pero menos exigencias, se les ha dado prioridad.

No obstante ello, en Razón+Fe conocimos de un caso en una importante Arquidiócesis del país, en la que luego de que la alcaldía de uno de los municipios de su área metropolitana APROBARA LOS PROTOCOLOS Y LA REAPERTURA del Templo, ésta fue impedida por el propio Arzobispo.

Cuando los fieles protestaron por redes sociales reclamando al gobierno, el mismo párroco debió intervenir pidiéndoles que no lo hicieran, pues no había sido cuestión del gobierno ni de la alcaldía sino del Arzobispo. Ello desconcertó por completo a los feligreses y silenció la polémica.

Cuestiones doctrinales y disciplinares

Otra de las inquietudes que han surgido entre los feligreses, ha sido la de la Comunión, pues se insiste por parte de muchos obispos y prelados en obligarlos a recibirla en la mano al tiempo que se niegan a darla en la boca.

Entre los fieles prevalece hoy esta inquietud, ante lo que sería ya un cambio impuesto en la Disciplina Litúrgica y Sacramental, por el cual se les obligaría, una vez reabiertos los templos, a hacerlo de este nuevo modo.

Esto constituye, como lo establecen la Disciplina Litúrgica de la Iglesia y el Código de Derecho Canónico, no sólo un abuso litúrgico, sino de autoridad. Sobre ello hemos reflexionado en distintas publicaciones. Al respecto, se puede ver, entre otras:

La reverencia de los fieles para recibir la Comunión, un signo de esperanza en tiempos de crisis | Razon+Fe

Frente a las prevenciones, cuidados y controles con respecto al “coronavirus”, se ha desatado una fuerte controversia debido a las medidas dispuestas por algunas Conferencias Episcopales. En el mundo entero, los fieles han reclamado ante ciertas medidas que lesionan su Derecho con respecto a la Sagrada Eucaristía y a la Santa Comunión.

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¿Qué sucede, entonces?

De modo, pues, que no se entiende lo que sucede. Mientras unos reclaman por “la quiebra inminente de las parroquias”, otros simplemente guardan silencio. Y ante lo que parece una resignación al poder civil por parte de las autoridades eclesiásticas, ocurren al menos dos cosas.

De una parte, vociferan los que pretenden erigirse como referentes de un “estado laico”. Y lo hacen afirmando absurdos como que “la apertura de los templos es peor que 500 días sin IVA”, o demandando al Presidente por su fe. Estos descalifican, pisotean y buscan erradicar la fe avasallando a los creyentes, valiéndose para ello del titubeo de sus pastores.

De otra, reina la paradójica opresión del desconcierto, que tan acertadamente describió el filósofo José Ortega y Gasset en su famosa lección, cuando se preguntó y dijo: «¿Qué nos pasa? Lo que nos pasa es precisamente eso, que no sabemos lo que nos pasa». Y cuando ello ocurre, no parece haber solución a la vista. Sólo impera el caos.

La única alternativa: restaurarlo todo en Cristo

¿Qué alternativas hay a la Santa Misa? Ninguna. Es el Sacramento de la Fe. No hay sucedáneo válido. El templo tiene su función, y los hogares la suya. En términos populares: “un lugar para cada cosa, y cada cosa en su lugar”.

La Eucaristía es ‘fuente y cima de toda la vida cristiana’ (Concilio Vaticano II, Constitución Lumen Gentium 11).

‘Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, al propio Cristo, nuestra Pascua’ (PO 5).

Finalmente, por la celebración eucarística nos unimos ya a la Liturgia del Cielo y anticipamos la vida eterna, cuando Dios será todo en todos (ver 1 Co 15, 28).

En resumen, la Eucaristía es el compendio y la suma de nuestra fe: ‘nuestra manera de pensar armoniza con la Eucaristía, y a su vez la Eucaristía confirma nuestra manera de pensar’ (San Ireneo)” (CIC 1324-1327).

Fuente: Mercaba
La Eucaristía tiene una eminencia tal, que exige unas condiciones propias y específicas para su adecuada celebración. En más de dos mil años de historia y desarrollo de la Iglesia y de la Vida Sacramental, esto es de una evidencia palmaria, y no se puede desconocer ni soslayar.
Ante estas situaciones contradictorias y el vacío al que los fieles nos estamos viendo sometidos, siempre es conveniente recordar y mantener presente que

La Ley Suprema de la Iglesia es la Salvación de las Almas.

«Salus animarum, suprema Ecclesiae lex».

Foto del encabezado tomada de @pulzo


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1 Comment

  • Señor Director, impotencia total la que se siente! Comparto una parte del mensaje que envié a la Arquidiócesis de Medellín , el día 12 de junio de 2020, precisamente muchas preguntas sin respuesta, a la fecha nunca me respondieron.
    Las preguntas que me hago Monseñor son estas:
    1. ¿Por qué los gremios presionan y hacen el lobby respectivo con el gobierno nacional y regional y van logrando liberar restricciones para ciertos sectores económicos, y la iglesia católica no lo logra?
    2. ¿A quién le corresponde hacer esa gestión de mediación con el gobierno nacional, al Arzobispo de Bogotá, o a los obispos?
    3. ¿Por qué el señor Presidente Duque, no da la orden de abrir los templos?
    4. ¿Por qué los párrocos no salen aunque sea su día de “pico y cédula” a recorrer los barrios y revisar las necesidades espirituales de los fieles (o vecinos)?
    5. ¿Cómo saber si los párrocos tienen necesidades, si no se dejan ver?
    6. ¿El tema es de logística en cuánto a los costos adicionales para prestar los servicios en los templos, por los implementos de bioseguridad?
    7. ¿Por qué los fieles no nos hemos movilizado aunque fuera de forma virtual para hacer el llamado al gobierno nacional a la jerarquía católica?