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En Irlanda crece la agitación social. Las protestas contra la inmigración se extienden más allá de Dublín. Y hay razones de peso.
Las tensiones entre la población local y los inmigrantes han ido en aumento en los últimos meses en varias ciudades de Irlanda. Lo que comenzó como manifestaciones pacíficas contra los centros de acogida de inmigrantes, se ha convertido en disturbios callejeros y ataques incendiarios que las autoridades no han logrado controlar.
Uno de los casos más graves ocurrió en el suburbio obrero de Coolock, al norte de Dublín, donde la comunidad protestó airadamente contra los planes de transformar una antigua fábrica de pinturas en un centro de asilo. La indignación popular derivó en una oleada de ataques incendiarios que forzaron a las autoridades a abandonar el proyecto ante la imposibilidad de garantizar la seguridad del lugar.
Otra localidad que ha sido escenario de fuertes disturbios es Dundalk, bastión republicano donde cientos de personas se manifestaron bajo la consigna «Dundalk Dice No«, para oponerse a la conversión de un antiguo orfanato en vivienda para 260 desplazados ucranianos. Al igual que en Coolock, la policía antidisturbios tuvo que intervenir ante la magnitud de las protestas populares.
Estos episodios de desobediencia civil ilustran la brecha existente entre las autoridades políticas de Irlanda, que promueven una política migratoria de «fronteras abiertas», y amplios sectores de la población local que sufren una aguda escasez de vivienda y servicios, y ven a los inmigrantes como una competencia desleal por los escasos recursos.
Cada intento oficial por instalar un nuevo centro de acogida en zonas urbanas es respondido con manifestaciones multitudinarias, que en muchos casos derivan en violencia callejera. La respuesta policial, lejos de aplacar los ánimos, parece echar más leña al fuego.
Un concejal local de Dundalk, Malachy Steenson, arengó a la multitud durante una de las protestas afirmando que Irlanda vive «tiempos revolucionarios», en alusión al creciente descontento popular con la política migratoria del gobierno.
Ante la imposibilidad de controlar la situación, las autoridades se han visto forzadas a cambiar de estrategia, anunciando que dejarán de usar hoteles y viviendas vacías para albergar solicitantes de asilo, y en su lugar utilizarán bloques de oficinas en desuso. Pero expertos advierten que se trata de un parche que no soluciona el desajuste de fondo entre la visión de las élites gobernantes y las necesidades apremiantes de amplios sectores de la sociedad irlandesa. [N. de R.: Este fenómeno se repite como un guión de país en país: quienes gobiernan, o aspiran a hacerlo, proponen un mundo ideal y utópico, y no una visión y medidas concretas a los problemas específicos de sus conciudadanos, cada vez más aislados en sus propias ciudades].
Ante el fenómeno, la policía ha reconocido su incapacidad para manejar el orden público en este contexto de creciente conflictividad social. Incluso han circulado amenazas contra la integridad de los propios agentes policiales, lo que según un sargento retirado refleja la baja moral y la falta de recursos materiales y humanos de la fuerza policial para enfrentar disturbios a gran escala.
[N. de R.: Se ha documentado que el bajo presupuesto y la escasez de recursos para la prevención y defensa en cada ciudad, ha sido aprovechado, precisamente y desde hace décadas, contra los pobladores nativos y la misma fuerza pública, por las hordas de migrantes que han invadido varios países europeos].
En paralelo a las protestas callejeras, han trascendido supuestos planes para atentar contra figuras políticas como el ex primer ministro Leo Varadkar. Si bien aún no se ha comprobado la veracidad de estas amenazas, reflejan el clima de tensión y de polarización extrema que se vive actualmente en la sociedad irlandesa, que recuerda los conflictos desatados y vividos durante la segunda mitad del siglo XX.
Todo indica que la crisis migratoria ha abierto una brecha insalvable entre gobernantes y gobernados en Irlanda. Y los intentos de las autoridades por imponer sus políticas a una población movilizada y desafiante sólo avivan aún más las tensiones. De no mediar un cambio de rumbo, es probable que los disturbios y la inestabilidad social se intensifiquen en los próximos meses.
Fuente: Ireland: Unrest Grows As Anti-Migration Clashes Spread Beyond Dublin ━ The European Conservative
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