En una entrevista concedida a Europa Press el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Española, Monseñor Luis Argüello, ha anunciado una ambiciosa agenda ecológica para el año 2020.
Intentarán reducir el consumo de plásticos, en especial en el uso de botellas de agua, así como el desperdicio en el uso del papel.
También construirán un edificio que anuncian será «ejemplar desde el punto de vista ecológico«, comenzando por el aislamiento para reducir el consumo de energía en el manejo de la temperatura, utilizará placas solares y tecnología avanzada en la gestión de residuos.
«Son pequeñas cosas pero queremos ver estos signos, siempre en relación con una propuesta global que en palabras del Papa Francisco se llama conversión ecológica integral, que el clamor de la tierra y de los pobres no se separen», dijo Argüello.
La revista Vida Nueva explica que esta propuesta es el resultado de la Encíclica Laudato Si del Papa Francisco, la cual es una hoja de ruta para la «conversión ecológica» de los cristianos.
Por otra parte, en redes sociales se informa que desde los confesionarios ya se está cuestionando a los fieles sobre la comisión de pecados ecológicos, también anunciados por el Papa Francisco con ocasión del Sínodo de la Amazonía.
Una para católicos: ¿les ha pasado ir al confesionario y que el cura les pregunte sobre la comisión de los nuevos pecados ecológicos? Conozco un par de casos…
— Líbranos del Mal (@LibranosM) January 16, 2020
Sin embargo, las declaraciones de la nueva cabeza de la Conferencia Episcopal Española han sido duramente cuestionados por parte de laicos muy representativos de ese país.
Por ejemplo, el catedrático de la Universidad de Alcalá y director de el programa católico Marcando el Norte, Javier Paredes, dijo recientemente en el diario Hispanidad:
Y no seré yo como otros que han dicho que el tal monseñor ha perdido el oremus. No sé si habrá perdido el oremus o el credamus, pero desde luego de lo que no hay duda es que con lo de la reciente declaración de los plásticos del portavoz de la Conferencia Episcopal, monseñor Luis Argüello lo que ha perdido es el sentido del ridículo.
