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¿Coaliciones con la izquierda? La preocupación es legítima y con fundamento

Estamos en un año electoral. Por lo mismo, es un año de cuidado. Las posturas claras son necesarias. Hoy, más que nunca. La sociedad y los ciudadanos las reclaman; y ambos tenemos derecho a situar formalmente nuestras aspiraciones en un cuerpo político que las exprese sin ambivalencias, las defienda sin ambages y las promueva con unidad de criterio.

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Estamos en un año electoral y –contrario a lo que sucedía hasta hace apenas cuatro años–, a lo que antes no le concedía mayor importancia el ciudadano corriente, como son las elecciones de Concejos Municipales y Asambleas Departamentales, centrados más en los candidatos a Alcalde y Gobernador de sus ciudades y regiones, hoy –por fin, y esperamos que por las razones correctas– éstas han adquirido relevancia en sus prioridades y proceso de decisión y elección.

Por lo mismo, es un año de cuidado. Ya hemos visto cómo las mal llamadas “estrategias” en cabeza de «trollers» y de «hackers» no sólo ensucian el ejercicio de la política con ataques, falsas noticias o falsificación de cuentas, sino que pueden afectar y cambiar radicalmente el panorama y los resultados electorales, como ya ocurrió con el Dr. Oscar Iván Zuluaga, exonerado hoy, pero damnificado de tal corrupción por parte de sus oponentes.

Es lo mismo que podría ocurrir hoy, más aún después de los pulsos a los que la izquierda criolla e internacional ha sometido a nuestro país, abriendo las puertas a injerencias indeseables pero que llegaron por cuenta de la necesidad de legitimar el más mentiroso acuerdo “de paz” jamás visto y que literalmente arrodilló la Institucionalidad a los términos falaces de lo acordado.

Es por eso por lo que –pese al empeño de sus seguidores de negar el hecho acusando a la prensa de mentir–, a menos que haya un desmentido formal por parte del mismo expresidente Uribe sobre lo dicho por Noticias Uno con respecto a su disposición de hacer coaliciones con miembros de las farc, yo no encuentro en esta nota de El Espectador nada objetable. El artículo se titula “El malestar de algunos uribistas con Uribe”, y da perfecta cuenta de las reacciones tanto de los ciudadanos como de distinguidas personalidades de la política, seguidores del Senador Uribe y miembros de su partido, el Centro Democrático.

Es perfectamente normal que las personas expresen inquietud y posiciones claras con respecto a “procesos”, procedimientos, posibles alianzas y acercamientos con personas opuestas al ideario de un partido. Máxime, cuando es su propio líder natural quien se expresa dejando abierta dicha posibilidad al rescatar unas líneas programáticas que “las bases” de otras corrientes ideológicas supuestamente “comparten” con el Centro Democrático. Y, con mayor razón, después de la forma como se eligió a la candidata de dicho partido para la Alcaldía de Bogotá –paradójicamente– con una escasísima participación (15%) de “las bases” del mismo mediante un mecanismo aún más difuso de “encuestas”.

Las que el artículo de El Espectador denomina como “radicales” son las voces de quienes reclaman claridad y abogan por preservar la Identidad y Unidad Filosófica del Partido. De aquellos a quienes les preocupa que se pueda incurrir en ambigüedades y concesiones que –por el afán de posicionamiento electoral– puedan diluir dicha identidad y menoscabar la integridad ideológica del mismo y –con ella– los propósitos de reformar y de sanear el ejercicio de la Política, de encauzar al país hacia la prosperidad y de unirlo en torno al auténtico Bien Común.

Las posturas claras son necesarias. Hoy, más que nunca. La sociedad y los ciudadanos las reclaman; y ambos tenemos derecho a situar formalmente nuestras aspiraciones en un cuerpo político que las exprese sin ambivalencias, las defienda sin ambages y las promueva con unidad de criterio.

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Hay Principios No-negociables e irrenunciables, y nadie –por más que sea un gigante en el ámbito de la Política– puede hacer defección de ellos en aras de un pragmatismo electoral. No creo que éste sea el caso del ex presidente Álvaro Uribe Vélez.

Por si acaso, ahí están las lecciones del llamado Partido “de la U” y las que han dejado la traición de Santos y de otros –Roy Barreras, Ginna Parodi, Armando Benedetti y una camada de oportunistas más– que posaban como “fieles escuderos” de Uribe, y que después no tuvieron asomo de vergüenza y con total desparpajo se alinearon a conveniencia con el gobierno de turno y sus dádivas.

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