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Las razones y convicciones del Procurador Ordóñez

Foto tomada de www.semana.com

 

Tras la decisión del Consejo de Estado, el 7 de septiembre, de declarar nula la reelección del Procurador Alejandro Ordóñez, la Corte Suprema de Justicia defendió la postulación que hizo de él en el 2012, al tiempo que la Comisión de Investigación y Acusación de la Cámara de Representantes abrió investigación disciplinaria contra la magistrada ponente de la anulación, Rocío Araújo. Este lunes el Jefe del Ministerio Público fue hasta el Consejo de Estado para notificarse, pero la sorpresa fue que el documento completo de la sentencia ni las firmas están listas. En su despacho, el Procurador saliente dialogó con Razón + Fe, no solo como funcionario, sino también como un católico que se la ha jugado toda en la vida pública.

 

Razón + Fe (R+F): Ud. fue elegido y reelegido contra todo pronóstico en 2008 y en 2012, y se sostuvo a pesar de que varias veces se anunció su salida en estos años. Ahora que salió, importantes medios de comunicación, incluso críticos suyos, dicen que le hicieron un favor sacándolo en este momento, ¿ve una mano providencial en todo esto? A propósito, se le vio muy sonriente el día de su destitución…

Alejandro Ordóñez (AO): Como cualquier católico, soy providencialista, y creo no hay episodio de la vida que no corresponda a la Voluntad de Dios, ni el árbol de una hoja se mueve sin la Voluntad de Dios. Creo que uno debe asumir todas las circunstancias de la vida, que lo afecten o favorezcan, con indiferencia cristiana. Recuerdo acá una de las reglas de discernimiento de espíritu de San Ignacio de Loyola, en sus ejercicios espirituales: la indiferencia frente a la vida, en la alegría, en el dolor, en la prosperidad, en el éxito, en las circunstancias duras. Así lo asumí, con alegría.

R+F: ¿Alegría mezclada con nostalgia, propia de nuestra naturaleza humana?

AO: Desde luego que sí, no digo que no, pero vuelvo y repito, todo debe verse a través de los parámetros que acabo de recordarle. Eso no quiere decir que a uno no le afecte emocionalmente, claro que sí, pero uno debe sobrenaturalizar todos esos episodios.

R+F: A pesar del litigio estratégico y toda la presión política para sacarlo, usted prácticamente terminó su periodo. Incluso a la magistrada ponente se le llegó a borrar su archivo en el computador, ¿será que su proceso en el Consejo de Estado se lo encomendó a la famosa Virgen de la Borradora de Quito?

AO: ¡Por supuesto que sí! No conocía esa advocación de la Virgen del Rosario de la Borradora, hasta que hace como tres años una senadora vino acá porque en algún proceso de Justicia y Paz un desmovilizado la había vinculado con la aparente comisión de un delito, diciendo que ella había recibido dinero de un frente paramilitar. La senadora me pidió un acompañamiento, una agencia especial, para que enviara un procurador al proceso, pero ella estaba confiada en la Virgen de la Borradora. Al principio asumí esa advocación con un poco de reserva, y le pedí a la senadora que me contara la historia.

Cuando ocurrió el episodio de la magistrada Araújo, estaba en Pasto hablando de la historia de la Virgen de la Borradora con algunas personas, desde luego con una gran devoción. Una de ellas, un senador, que no tenía por qué conocer la conversación que había tenido con la senadora, me contó cómo un desmovilizado paramilitar lo había vinculado junto con una senadora -la misma en mención- por haber recibido supuestamente un dinero. El senador estuvo en una diligencia, en la cual el magistrado le preguntó al desmovilizado si conocía a la senadora y dijo que sí, pero terminada la sesión fueron a verificar la grabación y estaba borrada, y cuando reiniciaron la diligencia le volvieron preguntar al testigo si conocía a la senadora y la respuesta fue que no. Finalmente no avanzó la investigación en contra de los dos senadores. Esa es la historia, muy bonita, y desde luego que yo me encomendé a la Virgen, ¡casi termino el período! En noviembre voy a ir a Quito a pagar la manda, la promesa, ante la Virgen, y ya le hago apostolado a la advocación para propagarla.

 

Contrastes

R+F: Grupos detractores como la comunidad LGBTI y otros que lo respaldan harán plantones este martes 13 de septiembre para despedirlo. ¿Qué les dice a ambos grupos?

AO: Cuando uno toma decisiones en cargos públicos y debe diseñar políticas, siempre hay personas que consideran que esos conceptos son loables y son apreciables, que merecen reconocimiento. Se suscitan adhesiones. También hay sectores que consideran todo lo contrario. En la vida pública no puede haber unanimismo, ni homogeneidad, si se quiere, la controversia le da legitimidad a la sociedad política, la pluralidad, más que el pluralismo. Ahora tengo la tranquilidad de haber cumplido mis funciones constitucionales, con mis roles y competencias. Quienes critican ello pues tienen una concepción de los derechos y de los roles de la Procuraduría que, es mi sentir, no está conforme con nuestro mismo ordenamiento. Respeto profundamente a las personas, cualquiera sea su condición, pero una cosa es ello y otra cosa es conferirles razón frente a circunstancias que objetivamente no responden ni a la realidad ni a la juricidad. Esto es normal, no me mortifica, sino que demuestra que en una sociedad donde hay pluralidad puede haber respeto. Todas las personas tienen una misma dignidad, lo cual no puede desconocerse.

R+F: ¿Cuál es su mayor satisfacción y su mayor frustración durante estos 8 años?

AO: mi mayor satisfacción es haber cumplido el deber, primero, poniendo el dedo en la llaga en el tema de la corrupción, al haber resaltado que no basta con la sanción, la aplicación de la ley y medidas de controles mecánicos, sino que debía señalar que la gran crisis de las políticas públicas contra la corrupción en nuestro país, y si se quiere en la modernidad, es haber divorciado la ética pública de la moral individual. Por eso fue tanta mi insistencia de formar en virtudes; hoy se habla de valores y principios, pero es más la necesidad de hablar de virtudes y del papel educador de la familia en la formación de la moral, y en nuestro país de la moral cristiana, aunque sé que decir esto es políticamente incorrecto. Esto me valió la malquerencia de muchos sectores que vieron allí un atentado contra lo que denominan el estado laico. Fue satisfactorio haber puesto en el centro del debate público la defensa de la vida, del matrimonio fundado en el orden de la naturaleza, la defensa de la sociedad y de los derechos del ciudadano, que es la razón de ser de la Procuraduría.

La mayor frustración fue, en materia de corrupción, no haber logrado llegar totalmente a los departamentos más distantes. Aunque tuvimos resultados muy importantes, como haber sancionado a cerca de 3.000 funcionarios de elección popular y 8.000 funcionarios en total -un poco más de la mitad por razones de corrupción-, hubiera querido resolver muchos temas que afectaron la credibilidad institucional y a los mismos ciudadanos.

R+F: ¿Y se arrepiente de algo?, ¿cuál fue su mayor cruz?

AO: me equivoqué en algunas designaciones de funcionarios en diferentes regiones, desde luego que pude corregir esos errores con insubsistencias [destituciones motivadas de los funcionarios. Nota del E.], pero en algunas ocasiones los daños a la credibilidad institucional fueron bastantes.

Mi mayor cruz fue la impotencia de dar los resultados que como Estado se deberían dar ante todas las solicitudes de los ciudadanos, pues no basta con tener voluntad ni instrumentos, para que se logren los resultados en materia de satisfacción de derechos, en medio de los múltiples dramas sociales que encontraba.

 

De frente con el plebiscito

R+F: Su aspiración de irse pronto de la Procuraduría, ¿tiene que ver con que se quiere matricular en algún comité promotor para la campaña del plebiscito? Algunos ya lo matriculan en el No.

AO: he venido haciendo reiteradas advertencias que desde las funciones que desempeñé me permitieron, precisamente, observar los riesgos que se tienen de muchos de los acápites del Acuerdo. Todavía soy Procurador, hoy soy Procurador, y aún tengo las limitaciones que me impone el ordenamiento jurídico para referirme al respecto. Lo sabrán hasta ese día (martes 13 de septiembre, una vez se emita y notifique la sentencia del Consejo de Estado. Nota del E.)

R+F: ¿Ve algo contrario a la enseñanza católica en los Acuerdos de La Habana?, ¿puede un católico votar tranquilamente por el sí al plebiscito?

AO: generaría cargos de conciencia. En el transcurso de estos meses planteé muchas inquietudes, preguntas que no fueron respondidas, pero últimamente a todo eso, a las inquietudes en materia de justicia, cultivos ilícitos, reparación, se ha agregado el tema de la ideología de género. Creo que si, como padres de familia, reaccionamos por una cartilla que el Gobierno pretendía pasar de contrabando, convirtiéndola en instrumento para el adoctrinamiento de nuestros hijos, hoy lo que se pretende es elevar a norma constitucional la ideología de género. Desde luego que está encriptada, pues se habla de enfoque de género, pero la ideología está ahí, mimetizada. Lo más clarificante es el discurso de Humberto de la Calle cuando se firmó el Acuerdo, es uno de los más radicales discursos de género. Entonces, como católico, moralmente me daría problemas de conciencia, porque ahora no es asunto de una cartilla, sino de la Constitución, pues el Estado consignará allí la ideología de género para transversalizar todas las políticas públicas. También está el tema de la justicia; si la paz es fruto de la justicia, ¿puede haber justicia cuando las penas para los genocidas, autores de crímenes de guerra, son trabajos comunitarios? Desde la perspectiva jurídica no habría problemas, pero moralmente, en conciencia, sí.

R+F: ¿Qué cree que pasará políticamente el 3 de octubre si gana el No?

AO: si gana el Sí, impactará de manera determinante la vida institucional del país por lo penos en las próximas tres décadas, por los impactos, el rediseño institucional, las facultades exorbitantes que se les otorgarán a determinados actores. Si gana el No, no será el Apocalipsis como algunos nos quieren hacer creer, simplemente quiere decir que una política pública que se llama “Santos-Timochenko” debe ser rediseñada y puede ser sometida nuevamente a otro plebiscito.

 

Detrás de su destitución

R+F: Ud. dijo que a usted lo sacaban en cumplimiento del primer pacto de La Habana, ¿el país llegará a conocer algún día las pruebas de esa afirmación?

AO: le mencionaré las pruebas que puedo decir. En más de cuatro ocasiones, incluso en ruedas de prensa desde La Habana, las Farc han pedido que se retirara al Procurador, que era un estorbo. El Presidente prácticamente conminó al Consejo de Estado, lo cual no lo puede hacer, para que decidiera sobre el caso, lo cual fue oficial y público. Entonces hay una coincidencia, hay un acuerdo tácito. Esta idea no es traída de los cabellos. ¿Alguien puede dudar, acaso, de que el Presidente Santos no presionó el Consejo de Estado para ello? Y si lo hizo públicamente, ¿no lo habrá hecho privadamente?

R+F: También dijo que salía por defender la vida y la familia, ¿hubo un complot de sus detractores por estos temas?

AO: Por supuesto que sí. El litigio estratégico es una política diseñada por ONG internacionales partidarias del aborto, la eutanasia, la eugenesia, la legalización de las drogas, del dicho “matrimonio” homosexual y adopción por parejas del mismo sexo, como la Fundación Rockefeller y la Fundación Ford, que financian a organizaciones que funcionan en países hispanoamericanos para desmotar aquellas legislaciones fundadas en el orden natural, pues son obstáculos para lograr lo que ellos llaman “avances”. Estas entidades son las que demandan acá esos artículos o promueven modificaciones constitucionales para lograr que esos cambios culturales se den. También hay personas que por defender sus posiciones en instituciones hay que removerlas, porque son otro obstáculo.

¿Qué pasó en mi caso? Mis demandantes fueron 16, con dos demandas que fueron acumuladas. Las ONG que me demandaron, entre ellas Dejusticia, la más conocida, son financiadas por esas ONG internacionales, con rubros hasta de 1 millón de dólares anuales para llevar a cabo el litigio estratégico. Desde luego que la ideología de género es el instrumento más querido para lograr los “avances”. Entonces sí hubo un complot. No me perdonan que defienda la vida desde la concepción hasta la muerte natural, el matrimonio entre un hombre y una mujer, como tampoco que el ser humano nace sexuado, hombre o mujer, ni que haya enfrentado la legalización de la droga como algo nocivo para la sociedad, en fin. Esas fueron de las razones que pesaron más para mis demandas, y por eso estas entidades fueron las encargadas de demandar mi reelección.

 

*NOTA: espere la segunda entrega de esta entrevista.

 

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