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El énfasis que le faltó a la Humanae Vitae

A principios de 2017, el Papa Francisco estableció una “comisión de estudio” para preparar el 50 aniversario de Humanae Vitae (25 de julio de 2018), la cual, coordinada por Monseñor Gilfredo Marengo, tuvo la tarea de encontrar en los Archivos del Vaticano la documentación relacionada con el trabajo preparatorio sobre la Encíclica que tuvo lugar durante y después del Concilio Vaticano II.

El primer fruto de este trabajo es el volumen de Monseñor Gilfredo Marengo, El nacimiento de una Encíclica, que contiene algunos elementos nuevos, de los cuales el más relevante es la publicación del texto completo de la Encíclica De Nascendi Prolis aprobado por Pablo VI el 9 de mayo de 1968, el cual dio un giro sorprendente cuando los dos traductores al francés, Monseñor Jacques Martin y Monseñor Paul Poupard, expresaron serias reservas acerca del enfoque excesivamente “tradicional” del documento.

[mks_pullquote align=”right” width=”300″ size=”18″ bg_color=”#81d742″ txt_color=”#ffffff”]Si bien la Encíclica acierta al condenar la anticoncepción artificial, por ser opuesta al fin primario del matrimonio que es la procreación, no fue igual de contundente en rechazar el nuevo “dogma”: la necesaria reducción de los nacimientos.[/mks_pullquote]Dos meses después, De Nascendi Prolis fue transformada en Humanae Vitae. El libro de Monseñor Marengo parece relativizar la Encíclica de Pablo VI, la cual es presentada apenas [mks_highlight color=”#c”]como una sola fase en un camino histórico y complejo [/mks_highlight] que no termina con su publicación ni con las discusiones que siguieron, anticipando así nuevos “desarrollos” doctrinales que podrían darse al respecto en los próximos años, que incluso podrían convertirse en giros radicales.

Según Monseñor Marengo, el cuidado pastoral debe ser el criterio para interpretar un documento que nos recuerda la Doctrina de la Iglesia sobre la regulación de los nacimientos, así como la necesidad de aplicarla de acuerdo con el sabio discernimiento pastoral.  Humanae Vitae, al reiterar su condena del aborto y la anticoncepción, recordó que no todo está permitido, que existe una ley natural y una autoridad suprema  —  la Iglesia —  que tiene el derecho y el deber de protegerla.

[mks_pullquote align=”left” width=”300″ size=”18″ bg_color=”#81d742″ txt_color=”#ffffff”]…en las últimas décadas hemos acentuado casi exclusivamente la palabra bíblica, “Los dos serán una sola carne”, hasta el punto de eclipsar a la otra Palabra Divina: “creced y multiplicaos”.[/mks_pullquote]Sin embargo, Pablo VI, en su temor de chocar con el mundo, aceptó el mito de la explosión demográfica, lanzado hacia 1968 en el libro de Paul Ehrlich, La bomba de la población, donde el autor describió los escenarios catastróficos que los habitantes de la Tierra tendríamos que enfrentar al no tomar medidas para contener el crecimiento de la población.

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Si bien la Encíclica acierta al condenar la anticoncepción artificial, por ser opuesta al fin primario del matrimonio que es la procreación, no fue igual de contundente en rechazar el nuevo “dogma”: la necesaria reducción de los nacimientos.

En los últimos 50 años, estas enseñanzas papales han sido descartadas debido a una comprensión errónea de los fines del matrimonio, y en el común de los católicos en el mundo ya resulta aceptable la práctica de la anticoncepción, entre algunos incluso del aborto, así como las convivencias extra-matrimoniales y la normalización de la homosexualidad.

Repitiendo casi textualmente las palabras pronunciadas por el Cardenal Leo-Joseph Suenens en el Aula Conciliar el 29 de octubre de 1964: “es posible que hayamos acentuado la Palabra de la Escritura, ‘creced y multiplicaos’, hasta el punto de eclipsar a la otra Palabra Divina: ‘Los dos serán una sola carne'”, el Papa Francisco ha dicho ahora en Amoris Laetitia: “a menudo presentamos el matrimonio de tal manera que su sentido unitivo, su llamado a crecer en el amor y su ideal de asistencia mutua se ven eclipsados ​​por una insistencia casi exclusiva en el deber de la procreación” (n.36).

Por el contrario, podríamos más bien decir que en las últimas décadas hemos acentuado casi exclusivamente la palabra bíblica, “Los dos serán una sola carne”, hasta el punto de eclipsar a la otra Palabra Divina: “creced y multiplicaos”. A partir de esta Palabra Divina, también profundamente significativa, es que estamos llamados a emprender un nuevo camino no solo para lograr un renacimiento demográfico, sino también espiritual y moral, especialmente en Europa y el Occidente cristiano.

Este artículo está basado en el artículo de Lifesitenews.com New facts about origins of Humanae Vitae emerge from ‘secret’ Vatican commission, escrita por el historiador Roberto Di Mattei.

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