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El Sí al Plebiscito es un voto por la violencia del aborto

Escrito por Redacción R+F

Entre los muchos términos que aparecen en las 297 páginas de los Acuerdos de La Habana se menciona una sola vez la palabra embarazo y ninguna la palabra aborto, pero en una ocasión su cuasi sinónimo: CEDAW (Convención para la Erradicación de todas las formas de Discriminación de la Mujer). Ver video al final de la nota.

Quienes recuerden la historia previa a la despenalización del aborto en tres casos concretos (cuando la salud de la madre está en riesgo, embarazo por violación y malformación grave del feto) en Colombia, recordarán cómo miles de colombianos escribieron al entonces presidente Uribe para que no firmara el “Protocolo Facultativo de la CEDAW”, advirtiéndole que de hacerlo estaría creando un precedente jurídico favorable al aborto.

El entonces presidente, intentando quedar bien con tirios y troyanos, decidió firmar el Protocolo y además una carta, sin ningún valor jurídico, dirigida a la Iglesia Católica en la cual expresaba que ““no acepta que la aprobación del protocolo implique la aprobación del aborto”. Menos de un año después la Corte Constitucional le demostró que estaba equivocado. En la Sentencia C 355 de 2006 que despenalizó el aborto, su argumentación se apoyó fuertemente en las recomendaciones de esta oficina de Naciones Unidas:

“La CEDAW ha determinado, que el derecho a la autodeterminación reproductiva de las mujeres es vulnerado cuando se obstaculizan los medios a través de los cuales una mujer puede ejercer el derecho a controlar su fecundidad. Por ello constituyen graves violaciones a este derecho, la esterilización involuntaria y los métodos anticonceptivos impuestos sin consentimiento. Igualmente han señalado los diferentes Comités, que [mks_highlight color=”#eeee22″]el derecho a decidir el número de hijos está directamente relacionado con el derecho a la vida de la mujer cuando existen legislaciones prohibitivas o altamente restrictivas en materia de aborto[/mks_highlight], que generan altas tasas de mortalidad materna”.

Ahora, es natural preguntarse: ¿si ya está aprobado el protocolo facultativo y la Corte Constitucional despenalizó el aborto, qué efecto puede tener que además se diga lo mismo en los Acuerdos de La Habana?

En realidad, no es lo mismo la Convención que su Órgano de Monitoreo, el cual hace permanentemente recomendaciones a los Estados sobre las medidas que deben tomar para el cumplimiento del Convenio para la Erradicación de todas las formas de Discriminación de la Mujer.

En 2013, por ejemplo, el Comité de la CEDAW le recomendó a Colombia que “amplíe la oferta  de métodos de aborto modernos y seguros desde el punto de vista médico” (ver).

En la situación actual en que nos encontramos, se necesitaría una nueva configuración de la Corte Constitucional, un nuevo caso que se argumente ante ella sobre la protección de la vida de los seres humanos por nacer y que una mayoría consciente del valor de la vida humana modifique la decisión que permite (y promueve) actualmente el aborto en nuestro país.

Ya que la élite académica siempre es muy vulnerable frente a las ideas eugenésicas (mejora de la raza a través del aborto), esta vía es improbable o remota.

La vía que queda es la que está intentando Viviane Morales con el tema de la adopción y que intentó en 2012 Unidos por la Vida en relación con el derecho a vivir de los bebés en gestación: el referendo.

Una movilización suficientemente fuerte lograría modificar la Constitución para que se respete nuevamente el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, lo cual haría muy difícil que la Corte Constitucional imponga su voluntad nuevamente, ya que las consecuencias de tal decisión podrían poner en riesgo su propia existencia hacia el futuro.

Esta movilización del Plebiscito va a ser interpretada, sin embargo, por la gran plataforma política y jurídica que se le va a dar a las FARC y a los grupos feministas como una movilización ciudadana en favor de su cultura de la muerte, y gracias a la redacción del Acuerdo entraría en la Constitución como un tratado de derechos humanos que es indivisible e inmodificable.

Aunque se intente su modificación en el futuro, grandes presupuestos del Estado estarán comprometidos con el apoyo de las organizaciones abortistas, ejem, de “derechos humanos”, que participaron en el acuerdo para que defiendan su legado, así como organismos internacionales como ONU Mujeres y la CEDAW tendrían en los mismos acuerdos una plataforma especial para intervenir en favor del aborto.

Esto simplemente haría mucho más difícil la aprobación de una reforma favorable a la vida en Colombia.

Para mayor información se puede consultar el comunicado de prensa de Unidos por la Vida sobre el Plebiscito aquí.

Foto: El Espectador.

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